El conservador Porfirio Lobo jurará este miércoles en un estadio como presidente de Honduras, en un acto que marcará el fin del régimen de facto que gobernó desde el golpe de Estado de junio, con el reto de reconciliar al país y reinsertarlo en la comunidad internacional.

Porfirio Lobo

Porfirio Lobo

El primer compromiso de Lobo es otorgar un salvoconducto que permita al depuesto presidente Manuel Zelaya salir de su encierro de más de cuatro meses en la embajada de Brasil en Tegucigalpa, para partir al exilio junto a su esposa Xiomara y dos de sus hijos.

Zelaya viajará este mismo miércoles a Santo Domingo en el avión del presidente dominicano, Leonel Fernández, con quien Lobo firmó la semana pasada el compromiso de permitir la salida del presidente derrocado en el golpe del 28 de junio de 2009, y cuyo mandato culminaba este 27 de enero.

Lobo, de 62 años, busca poner fin a la polarización política y reconciliar a sus compatriotas, y que la comunidad internacional levante las sanciones impuestas a Tegucigalpa tras el golpe, que agudizaron los efectos de la crisis económica en uno de los países más pobres de América.

El nuevo mandatario, miembro del Partido Nacional, la agrupación política más conservadora del país, recibirá la banda presidencial de manos del nuevo presidente del Congreso, su correligionario y amigo Juan Orlando Hernández, en un acto en el Estadio Nacional de Tegucigalpa. Luego habrá una misa de acción de gracias, a la que el gobernante de facto Roberto Micheletti ha dicho que asistirá.

“Será un punto muy importante la toma de posesión de nuestro presidente”, dijo el futuro ministro de Comunicación, Miguel Angel Bonilla, quien anunció que 1.200 periodistas de una veintena de países han pedido acreditación.

Al acto asistirá un reducido grupo de dignatarios extranjeros: el presidente dominicano Leonel Fernández, el panameño Ricardo Martinelli, el taiwanés Ma Ying-jeou y el vicepresidente colombiano Francisco Santos.

Sin embargo, la comunidad internacional ha empezado a dar muestras de que tenderá la mano a Lobo, aunque espera más gestos del nuevo gobernante.

En los próximos días, la Organización de Estados Americanos enviará una misión al país para analizar su retorno al ente continental, según anunció su secretario general José Miguel Insulza, mientras el Banco Centroamericano de Integración Económica fue el primer organismo en informar que reanudará sus aportes a Honduras, con un desembolso de 23 millones de dólares.

El conflicto político hondureño, que afectó el comercio en toda Centroamérica, ha causado pérdidas al país por unos 400 millones de dólares, según estimaciones de empresarios. Lobo recibirá un erario exhausto.

Estados Unidos, que tiene en Honduras su única base militar en Centroamérica, ha prometido apoyar a Lobo, el ganador de los comicios del 29 de noviembre.

Lobo tiene además el reto de lograr que se respete el orden constitucional, en un país en que la clase dirigente ha dado muestras –antes y después del golpe– de que acomoda las leyes a sus intereses.

El nuevo Congreso hondureño fue instalado este lunes en un acto al que no asistió Micheletti, quien adujo razones de salud aunque días antes declaró que no asistiría a actos públicos para no entorpecer los esfuerzos de Lobo por lograr reconocimiento internacional.

La crisis no solo ha dividido a los hondureños, sino que ha enturbiado las relaciones entre el presidente estadounidense, Barack Obama, y las naciones latinoamericanas con gobiernos de izquierda, que se han resistido a reconocer a Lobo, aunque ahora parecen dispuestas a normalizar sus lazos con Tegucigalpa.