Pegada a un teléfono celular que apenas emite, la primera dama de Haití, Elizabeth Preval, que trabaja sin descanso junto a su marido para coordinar la ayuda internacional, dice estar convencida de que el país se recuperará de la tragedia y pide valentía a sus compatriotas.
“Estoy convencida de que el país lo logrará. Viendo la solidaridad que se manifiesta entre la población, hay esperanza”, dice al lado del presidente haitiano, René Préval.
La primera dama habla desde un despacho improvisado en una comisaría de policía cercana al aeropuerto de la capital, tras la destrucción de los principales edificios oficiales en el terremoto del martes.
“El destino nos ha golpeado. Desgraciadamente no podemos decir nada sobre eso, sólo podemos reaccionar diciendo que vamos a asumir. Pido a las mujeres y a la población en general que se muestre valiente y paciente y que siga adelante”, dice esta orgullosa mujer de cincuenta años que se casó con el presidente de Haití hace sólo unas semanas.
“Estoy apabullada por la gravedad de la situación. El destino no has golpeado de nuevo, pero lo hacemos lo mejor que podemos para ayudar a las personas damnificadas y pensamos sobre todo en las mujeres y los niños”, agrega.