Exigente, irascible y con cierta propensión al whisky, tal es la semblanza de la ex primer ministra británica, Margaret Thatcher, que emerge de los archivos oficiales desclasificados el miércoles y que cubren sus primeros meses en Downing Street.
Estos documentos indican también cómo Thatcher rechazó una guardia compuesta por 20 “mujeres karatecas” cuando visitó Japón luego de ganar las elecciones en mayo de 1979, o incluso cómo el personal consular tuvo que adelantarle dinero para los gastos personales durante una visita a Francia ese mismo año.
Su falta de paciencia con los desplantes de sus ministros o de los funcionarios de Downing Street también son revelados en una serie de anotaciones lacónicas garabateadas en documentos.
En junio de 1979, un mes después de convertirse en la primera mujer en dirigir el gobierno británico, la “Dama de hierro” viajó a Japón para asistir a una cumbre económica en Tokio.
Los responsables británicos son informados del proyecto del gobierno japonés de que la primer ministra sea escoltada por 20 “mujeres karatecas”. Pero la interesada se opuso sin concesión.
“Si a otros jefes de delegación se le propone 20 karatecas masculinos, el primer ministro no tendrá objeción alguna; pero ella no desea un trato particular”, explica el mensaje interno del Foreign Office.
Los archivos sobre su viaje a Francia en junio de 1979 con el objetivo de reunirse con el presidente francés Valery Giscard d’Estaing, muestran cómo miembros de la embajada tuvieron que adelantar el dinero para sus gastos personales en las tiendas libres de impuestos (duty-free). Tuvieron luego que reclamar en varias oportunidades a Downing Street para recuperar el dinero.
Una factura establece la lista de pequeños lujos que se permitió en esa ocasión: una botella de whisky Teacher’s, su bebida preferida; una botella de gin, alcohol muy apreciado por su marido Denis; y 200 cigarrillos Benson and Hedges, es decir una factura de 65,10 francos franceses en su nombre y el de un alto responsable de Downing Street.
Estos documentos desclasificados luego de 30 años ofrecen también un testimonio de la tendencia de Thatcher a anotar todo lo que pasaba por sus manos, sin dudar en corregir o reprender a sus propios ministros.
“Es un pésimo texto y podemos suponer únicamente, para ser caritativos, que el Tesoro está ‘ocupado en otra cosa’”, escribió en un documento redactado por su ministro de Finanzas, Geoffrey Howe.