Una nueva reforma de la justicia, que podría permitirle a Silvio Berlusconi eludir sus problemas judiciales, provocó esta semana gran controversia entre los magistrados y fuertes tensiones en su propia mayoría, en especial con su incómodo aliado Gianfranco Fini.

Los dirigentes más cercanos al primer ministro presentaron el 12 de noviembre al Parlamento un proyecto de ley para cumplir las recomendaciones europeas de reducir a 6 años el tiempo máximo de duración de un juicio, entre las mayores críticas que la Unión Europea suele hacer a Italia.

Pero el proyecto ha sido duramente criticado tanto por políticos de todas las corrientes como por una mayoría apreciable de magistrados.

Incluso el moderado presidente del grupo Fiat, Luca Cordero di Montezemolo, fundador del centro de estudios políticos Italia Futura, criticó la reforma, presentada, según dijo, para “satisfacer a una persona”.

Numerosos magistrados advirtieron que si se aprueba la reforma se corre el riesgo de anular importantes procesos como el que se adelanta contra los responsables de la quiebra de Parmalat o a la firma Eternit por las víctimas del amianto.

El ministro de la Justicia, Angelino Alfano, intentó defender el proyecto el pasado jueves asegurando que sólo 94.000 procesos serían anulados, lo que correspondería al 1% del total.

“Entonces se trata de una ley innecesaria y sólo cobija a unas pocas personas, es más, a una sola, Silvio Berlusconi”, comentó el juez anticorrupción Antonio Di Pietro, líder del partido de oposición Italia de los Valores.

En efecto, si la reforma pasa, Berlusconi evitaría el temido veredicto de los jueces milaneses por fraude fiscal y sobre todo por corrupción de un testigo en un juicio clave para su imperio mediático.

Una petición contra la reforma por “destruir la justicia” fue lanzada por el autor del libro Gomorra, el periodista y escritor Roberto Saviano, la cual recibió en una semana 300.000 firmas de adhesión.

“Es como si la Organización Mundial de la Salud decidiera para desatascar los hospitales que la tuberculosis debe ser curada en dos años y en caso contrario el paciente debe ser eliminado”, ironizó Vittorio Grevi, profesor de derecho de la Universidad Pavía (norte), quien considera que algunos procesos son tan complejos que se necesitan más de 6 años.

El llamado “proceso breve”, como lo tildó la prensa, es el fruto de un compromiso entre Berlusconi y el presidente de la Cámara de Diputados, Fini, considerado hasta hace poco su “delfín”.

Según numerosos editorialistas, Berlusconi está obsesionado por evitar una condena que podría obligarlo, inclusivamente por orden judicial, a renunciar al cargo y lo cubriría de desprestigio a nivel internacional.

Ante la resistencia de Fini a aprobar la reforma, el “fiel” amigo de Berlusconi y actual presidente del Senado, Renato Schifani, amenazó con anticipar las elecciones.

Aunque el miércoles, el mismo Berlusconi desmintió un adelanto de los comicios y garantizó que goza de “una mayoría sólida y del apoyo del 60% de los italianos en los sondeos” para cumplir su mandato hasta su término en el 2013.

Queda, sin embargo, el pulso entre Berlusconi y Fini.

“Berlusconi se siente propietario de su partido y el partido lo tiene que defender siempre y para Fini es lo contrario, el partido está por encima del jefe y los asuntos privados no deben interferir en el partido”, explicó a la AFP Luciano Violante, ex magistrado y ex diputado del Partido Democrático (izquierda)