La serie de Nickelodeon se convirtió en una de las producciones más exitosas del canal hace más de 30 años, lo que logró a través de una narrativa incluyente y feminista, que pasó de ser demonizada a una realidad actual que muchos siguen.

Los Rugrats fueron una de las series más exitosas de la época de los 90’s, la ficción contaba las aventuras y desventuras de los niños de la familia Pickles, todos comandados por Tommy y la malcriada Angélica.

La caricatura mostraba la realidad de una familia de padres jóvenes y sus amigos junto a sus respectivos hijos a través de la comedia, pero también con un dejo de emocionalidad, tal como el caso de Carlitos, un pequeño de frondoso cabello naranjo y grandes lentes, bastante temeroso y que había había sufrido la muerte de su madre a muy temprana edad.

Sin embargo, uno de los personajes que marcaba la historia, a pesar de sus cortas y poco frecuentes apariciones -necesarias para el relato- era Carlota Pickles, la esposa de Drew (o Julio según la traducción al español) y madre de Angélica.

Su personaje era usualmente criticado por ser “trabajólica” y relegar la crianza y cuidado de la niña a su padre, razón por la que en muchas ocasiones esta intentaba atraer su atención. Pero con el transcurso de los años el personaje de Carlota pasó de ser una madre “despreocupada” a un ícono del feminismo.

Para 1991, cuando la ficción se estrenó, la sociedad chilena era muy distinta a la actual. En la realidad local, el presidente Patricio Aylwin comenzaba su segundo año de gobierno durante la transición a la democracia y, a nivel mundial, Sudáfrica recién dejaba atrás el apartheid.

Mientras ocurría todo esto, Carlota ya le decía a un aborrecido Drew: “Para que Angélica triunfe en una estructura dominada por el varón tiene que comer, beber, respirar y sudar autovaloración”, al mismo tiempo que corría en su trotadora antes de irse a trabajar a Mega Corp donde era la CEO.

En la serie a Carlota se le caracterizaba vistiendo un traje de negocios y llevando consigo a todos lados su teléfono para darle órdenes a su asistente personal, Jonathan, trabajando imparablemente, lo que incluso la hacía parecer un personaje poco agradable. No obstante, siempre se esforzaba por tener tiempo de calidad en familia y con su hija, con quien tenía mucha paciencia.

Se le mostraba como un símbolo de éxito para su hija y las demás madres del grupo de amigos, al mismo tiempo que conformaba un personaje inspirador para los personajes y televidentes.

Y es precisamente esta representación, que en los 90 se “demonizaba”, ahora es perseguida y un objetivo para muchas.

Pero el feminismo no era solo cosa de Carlota Pickles, sino que rondaba a toda la serie. Sin ir más lejos, Drew se encargaba de los quehaceres diarios del hogar, y muchas veces de disciplinar a Angélica, sin molestarse por ello. El no ser el principal benefactor económico tampoco parecía acomplejarlo.

Algo similar ocurría con Carlos Finster, el padre de Carlitos, quien luego de perder a su esposa se vio obligado a criar y hacerse cargo solo del tímido niño.