Esta guerra no era fría, como la que vendría más adelante. Era de tipo sexual y daba en el blanco-o en el centro-a estratégicos soldados nazis, quienes descuidaron su frente de batalla, y algo más, por un momento de placer que les significó caer en combate ante unas prostitutas dirigidas por una espía británica.

En el frente de batalla, en plena Segunda Guerra Mundial, había demasiado en juego. El avance de los nazis era desalentador, como sonoro.

Hitler se hacía del control de buena parte de Europa pero, irónicamente, no lo tenía sobre sus fieles uniformados que, cuando no sucumbían por las balas y cañones, lo hacían por la estrategia sexual de un grupo de mujeres que tenía bien identificado al enemigo.

¿Cómo se organizaron? Aquí es donde la historia comienza a tomar forma. Lo hace, por la aparición de otra mujer, quien estaba al frente de su propia guerra: una de ETS (Enfermedades de Transmisión Sexual), que debía consolidar, a como diera lugar.

Se trata de Virginia Hall, cuya biografía describe a una espía británica, con pata de palo, que organizó a las meretrices para poner manos a la obra, o a la sífilis y gonorrea, entre otras ETS.

Virginia Hall, la espía de 37 años
National Geographic

Virginia Hall: espía con pata de palo, pero la “más peligrosa de todas”

Para conocer el golpe de una espía, por medio de la guerra sexual, es importante poner en contexto un poco de su trayectoria.

Hall, además de una pata de palo, producto de un accidente de caza, tenía en su haber un prontuario espía de los más connotados, según los datos biográficos de la periodista, Sonia Purnell en su obra “Una mujer sin importancia”, la cual pone en perspectiva a esta fémina que pasó desapercibida, mientras espiaba al más alto nivel a los nazis.

Dichas hazañas, recogidas por medios internacionales como ABC.es, Daily Mail y sitios como National Geographic, dan cuenta de una audaz mujer, quien escapaba de los servicios secretos alemanes, luego de sabotear trenes, con una pierna menos y con una pata de palo en sustitución.

Era la espía “más peligrosa del todas”, según la Gestapo. El segundo hombre más poderoso del Tercer Reich, Hermann Göring, llegó a avalar años después ese calificativo. La mano derecha de Hitler, hizo todo lo posible por cazarla, ofreciendo recompensas jugosas, colgando su fotografía hasta en Francia, donde Hall era famosa y tenía uno de sus centros de operaciones.

Virginia Hall con un fusil y con una pata de palo que no la detenía
National Geographic

Precisamente, Virginia organizaba gran parte de sus ataques desde Lyon. Ahí, gestó el nuevo golpe bajo-literal-a los nazis.

Tras observar que estos visitaban frecuentemente los burdeles franceses, logró, en primer lugar, que unas camareras (meseras) colocaran heroína en la bebida de los soldados alemanes. La idea era mantenerlos adictos a esta droga y que eso les jugara en contra en el frente de batalla. El síndrome de abstinencia, les impediría combatir.

El paso dos de su plan era consecuente con el inicial. Virginia Hall tuvo como aliado a un médico y a un grupo de prostitutas. La combinación tenía un hilo claro, pero invisible al enemigo.

El doctor Jean Rousset era el ginecólogo encargado de extender certificados a las prostitutas, haciendo constar que no tenían ETS. Como los nazis sabían que no podían exponerse a estas enfermedades, echaban mano del médico, quien arriesgó su vida para darle el documento a las mujeres, aún y cuando sabía que estaban infectadas de sífilis, gonorrea u otros padecimientos similares.

Hablando de la colaboración de las meretrices, sin nada que perder, estas fueron reclutadas por la espía, aliándose para ser parte de la guerra sexual contra los nazis, con quienes mantenían relaciones sexuales, asegurándoles que no tenían nada de qué preocuparse y que el parte médico lo decía claramente.

Además, Hall y Rousset, espía y médico, unieron fuerzas para montar una clínica en favor de los miembros de la Resistencia, que caían heridos en batalla.

37 años tenía la mujer espía cuando ideó la guerra de transmisión sexual contra los uniformados alemanes. Sabía alemán, francés e italiano, además de formas para ayudar a quienes combatían a los nazis.

La historia cuenta que se hizo de un amigo peluquero para disfrazar a los miembros de la Resistencia y así pudieran escapar. A los aviadores británicos, cuyas aeronaves eran derribadas, les ayudaba con suministros y mapas para volver a su país, a salvo.

En tanto, los soldados que enfermaron por ETS, debido a la estrategia de la espía, informaban de su condición y la cúpula nazi sabía lo que Hall estaba haciendo pero sin poder cazarla. Se volvió, según la historia, en una de sus peores pesadillas.

Los burdeles franceses frecuentados por soldados nazis.
National Geographic

La audaz espía contra los nazis que fue a dar a la CIA

No se sabe a ciencia cierta cuántas bajas ocasionó Virginia Hall al sabotear trenes, comunicaciones, hacer soldados adictos a la heroína y al contagiarlos con ETS.

Lo que está claro, es que sus trabajos de espionaje le dieron un lugar en las historias de La Segunda Guerra Mundial, luego de pasar desapercibida al mundo, pese a ser un dolor de cabeza para el Tercer Reich.

Virginia tuvo que huir a Londres a inicios de la devastadora guerra en Europa, pero fue cuando se entrenó en espionaje, asesinato y sabotaje a las comunicaciones en las líneas enemigas.

Una dura realidad en su país, y en el resto del continente, le permitió adentrarse en un mundo combativo, cuando millones simplemente se habían rendido al poderío nazi.

La guerra acabó, pero no la carrera de espionaje de Hall.

Se casó con Paul Goilott, quien fue su compañero en los servicios para sabotear a los alemanes. Poco después, fue reclutada por la Agencia Central de Inteligencia, CIA.

Recibió condecoraciones, entre estas, la Orden del Imperio Británico. Estados Unidos le otorgó la Cruz del Servicio Distinguido.

Virginia Hall murió en 1982, a los 76 años de edad, dejando atrás un legado, debido a sus hazañas, pese a sus limitantes físicas que no la mermaron para nada en su camino para combatir a los nazis desde varios frentes: ataques ferroviarios, a líneas de comunicación, a soldados adictos a la prostitución y al servicio de los aliados contra Hitler.

Virginia Hall fue operadora de radio desde Londres.
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