No caben dudas de que uno de los acontecimientos más importantes en cada país soberano es la celebración de su centenario. En el caso de Chile, esto se llevó a cabo en septiembre de 1910, claro que son una serie de sobresaltos.

Según detalla el archivo de la Biblioteca Nacional, por aquellos años esta era una nación incipiente, pero quería dejar una buena impresión ante sus países vecinos y las grandes potencias de ese entonces.

Los preparativos iniciaron desde comienzos de ese año, con la creación de un gran plan de creación de obras públicas en Santiago y ciudades importantes, como Valparaíso y Concepción. Entre ellas estuvieron el Palacio de Bellas Artes y la Estación Mapocho en la capital.

Junto con eso, también se alistaron diversas invitaciones para que delegaciones extranjeras llegaran a Chile a partir del mes de septiembre. Se pensaba que todo ocurriría en una semana, teniendo como fecha clave el día 18.

No obstante, todos estos preparativos tuvieron grandes problemas en los meses previos a las celebraciones. Lo triste del caso es que los afectados fueron los presidentes de la época.

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En ese entonces gobernaba Chile Pedro Montt, quien recibía críticas por la inversión que se había realizado para festejar los 100 años de la República, debido a que el país pasaba por una crisis económica que afectaba en gran medida a la clase trabajadora.

Previo al inicio de la celebración, en agosto de 1910, Montt realizó un viaje a Europa debido a que la arteriosclerosis y arritmia cardíaca que padecía se habían agravado.

El mandatario estuvo en la ciudad alemana de Bremen, donde se suponía que llevaría a cabo un tratamiento por un par de días, pero falleció el día de ese mes, aparentemente por un infarto.

En Chile la situación generó conmoción, pero no se podían suspender los festejos, debido a que una serie de delegaciones estaban por llegar. Por todo esto, el vicepresidente Elías Fernández tomó el mandato de la nación.

No obstante, Fernández sólo duró un par de semanas en el cargo, ya que falleció el 6 de septiembre de ese año, también en la previa a las celebraciones patrias.

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Debido a todo eso, señalan, diversos sectores políticos debieron realizar una elección sumamente rápida para nombrar un nuevo presidente transitorio que dirigiera las celebraciones. Esta persona fue el ministro más viejo del gabinete: Emiliano Figueroa.

Finalmente fue Figueroa quien estuvo encargado de recibir a las delegaciones y dirigir todos los festejos patrios en el país.

Tiempo después el hombre entregó el mandato al presidente electo Ramón Barros Luco. Años después, el político fue embajador chileno en España y Argentina.

Pese a todas estas situaciones, cronistas de la época sostuvieron que las celebraciones de ese año fueron las más importantes de todo el siglo XX en Chile, pese a la crisis y conflictos sociales que existieron.