Diez años se han cumplido ya desde la hazaña de la Mina San José, luego que 33 mineros fueran rescatados tras un gran derrumbe que hubo en el lugar. Sin ir más lejos, un 22 de agosto fue cuando se supo que todos los hombres estaban con vida, luego que se diera la primera comunicación con el lugar.
Tras una década, pocos son los protagonistas de aquella historia que siguen ligados al mundo de la minería o viven en la Región de Atacama.
Uno que hasta antes de la pandemia merodeaba los restos de la Mina San José, con el propósito de hacer turismo, era Jorge Galleguillos, quien actualmente tiene 66 años y decidió contar cómo vive en la actualidad al diario inglés Mirror.
Lo cierto es que el presente para Galleguillos no es fácil, ya que confesó que sigue teniendo pesadillas ligadas a aquel yacimiento.
“Rara vez duermo más de tres horas por noche. A menudo me despierto gritando a las 4 de la mañana, pensando que estoy de vuelta en la mina sin esperanza de volver a ver a mis hijos”, sostuvo.
El exminero enfatiza que aquello es un efecto postraumático del encierro que tuvo en el lugar, donde por dos semanas no supo si iba a salir con vida.
“Recuerdo el dolor y la incertidumbre de estar encerrado y no tener idea de cuándo íbamos a salir. Había espacio para moverse en nuestro refugio, pero no había luz, poco aire y hacía calor, alrededor de 29 ° celsius, así que teníamos que cuidarnos unos a otros”, contó.
Sobre el 13 de octubre de ese año, cuando comenzó la operación de rescate de los trabajadores, Galleguillos contó que un geólogo le envió una armónica de regalo, lo que se sumó a decenas de cartas que recibió de su familia.
“Eso me hizo llorar. Aún la tengo, junto con todas las cartas y regalos que recibí. La primera vez que escuché de mis hijos fue un momento de pura emoción”, indicó.
Junto con eso, el hombre expuso que ha recibido poca compensación por parte del Estado, así como desde la empresa que los contrató en ese entonces.
“La gente piensa que somos millonarios, pero no es cierto. El gobierno nos ha dado muy poca compensación, sólo lo mínimo, y la minera nos ha dado la espalda a pesar de todas las promesas”, enfatizó.
“Todo lo que me ha quedado son deudas y mala salud, pero la gente me detiene en la calle y me grita: ‘Hola, señor Big Boss’, como si fuera rico”, agrega.
Respecto a sus excompañeros de encierro, Galleguillos indicó que mantienen poca comunicación, ya que muchos emigraron desde aquella zona y se han dedicado a otras profesiones.
“Lamentablemente, no tengo mucha comunicación con mis antiguos colegas de esos días. En la mina éramos como hermanos. Si viera a otro de los 33 lo saludaría, pero eso es todo”, explica.
