La reciente decisión de la naviera china OOCL de excluir al Puerto de Lirquén de su ruta transpacífica a Asia, es una señal de alerta para la economía local y nacional. Más allá de ser una decisión empresarial, este hecho pone en evidencia un problema estructural y es que Chile carece de una política portuaria clara y de un diseño estratégico para su desarrollo logístico.

La ausencia de planificación y la creciente nube de la permisología en la expansión de infraestructura, han debilitado nuestra competitividad frente a otros países de la región.

Exclusión de Lirquén: impacto directo al empleo y economía regional

El Puerto de Lirquén es un pilar fundamental para la comuna de Penco, tanto por su impacto en el comercio marítimo como por su contribución directa al empleo y el desarrollo económico.

Según un estudio de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, la actividad portuaria en Penco genera aproximadamente 1.031 empleos directos e indirectos, representando un 7% del empleo total de la comuna. Además, alrededor de 5.115 personas dependen directamente del puerto, lo que equivale al 10% de la población local.

Su rol en la generación de empleo y en la calidad de vida de los pencones es incuestionable. Aporta un 13,5% al PIB comunal y un 0,3% al PIB regional, movilizando más de 5 millones de toneladas anuales, principalmente de carga forestal, que representa un 3,7% del total nacional en la transferencia de carga de comercio exterior.

Sin embargo, la exclusión de Lirquén de las nuevas rutas a Asia, representa un golpe directo a su competitividad y una amenaza para la estabilidad económica de la región.s Cada tonelada de carga perdida es una empresa afectada, un empleo en riesgo y un obstáculo para el desarrollo de Biobío.

Chile y la falta de una política portuaria clara

El problema de fondo radica en la falta de una visión estratégica para el futuro portuario del país. Mientras Perú desarrolla agresivamente el puerto de Chancay con apoyo estatal y una planificación a largo plazo, en Chile seguimos atados a la incertidumbre regulatoria, la lentitud en la aprobación de proyectos y la falta de incentivos para la modernización portuaria. El país no ha definido cómo quiere insertarse en el comercio marítimo global, y esa falta de rumbo está teniendo costos reales.

La exclusión de Lirquén debe servir como una advertencia para repensar la estrategia portuaria nacional. Chile no puede depender únicamente de su salida natural al Pacífico; es necesario desarrollar un hub logístico que permita conectar el comercio entre los océanos Pacífico y Atlántico, fortaleciendo la posición del país en la cadena global de suministro.

Para lograr esto, se requieren mejoras en la infraestructura vial y ferroviaria, asegurando rutas eficientes que faciliten el tránsito de mercancías entre puertos clave del país.

Asimismo, se debe incentivar el aumento del tonelaje de los barcos que operan en nuestros puertos, evitando quedar relegados en la ruta Sudamérica-Asia y garantizando que el comercio internacional siga considerando a Chile como un nodo estratégico.

Chile debe definir su rol en el comercio marítimo global

Ante esta amenaza, nos movilizaremos a nivel del gobierno central para fortalecer y potenciar las operaciones del puerto. Pero esta respuesta, aunque necesaria, no puede ser solo una reacción puntual. Se requiere una política portuaria nacional que integre infraestructura, conectividad y atracción de inversiones, evitando que decisiones tomadas fuera de nuestras fronteras definan el destino de nuestros puertos.

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El Puerto de Lirquén no puede quedar marginado en la reconfiguración del comercio marítimo del Pacífico. Si no se toman medidas urgentes, Chile perderá aún más participación en las rutas globales, impactando no solo a Penco, sino a toda la economía nacional. Es hora de dejar atrás la improvisación y definir con claridad el rol de nuestros puertos en el desarrollo del país.
- Rodrigo Vera, alcalde de Penco