“¡Hermano, qué hueá, hueón!”, gritó Eduardo Rodríguez Urzúa, mientras era escoltado por Carabineros en la intersección de Los Carrera con Rengo en Concepción. Era el domingo 21 de julio recién pasado y llevaba la cabeza ensangrentada, pues minutos antes había protagonizado un violento accidente de tránsito que le costó la vida a Camila Candia Oliva (21).

El joven de 24 años es el mismo que hace sólo siete meses había estado en prisión por 15 días por tráfico de drogas, periodo en que además debió estar por una semana en aislamiento por su mal comportamiento. Lo habían sorprendido con 87 plantas de marihuana y hongos alucinógenos, lo que lo llevó a comparecer ante los tribunales penquistas.

Todo quedó en nada, tras un recurso presentado por su defensa, el que evidenció un error de Carabineros: no le leyeron sus derechos. El Ministerio Público no perseveró en la causa y así quedó libre.

Casi medio año después, entre la noche del sábado 20 y esa fatídica madrugada del 21 de julio, Eduardo Rodríguez se encontró con Camila Candia Oliva en una discoteque de la zona. No está claro si fue ahí donde se vieron por primera vez, pero lo cierto es que -al menos- debieron conocerse de nombre, pues ambos tenían una amiga en común.

La noche de Camila había comenzado de manera tranquila. Estaba acostada en su casa, pues al día siguiente debía salir con su padre. Sin embargo, el llamado de una amiga la hizo levantarse, ya que insistentemente le pedía que saliera con ella.

La negativa de la joven no fue suficiente. En las afueras de su domicilio la esperaba un Uber enviado por su amiga, para llevarla precisamente al departamento de ella.

Allí compartieron, comieron y luego salieron a la discoteque.

"Comiendo sushito, mamá", acompañaba a esta foto, enviada por Camila a su madre la noche anterior al accidente.
“Comiendo sushito, mamá”, acompañaba a esta foto, enviada por Camila a su madre la noche anterior al accidente.

Se desconoce en qué vehículo llegaron al local de esparcimiento y en qué momento se separaron, ya que la amiga que la invitó habría vuelto antes a su departamento. Lo que sí se sabe es que Camila subió junto a otras dos personas al Mazda CX5 de Eduardo Rodríguez. Ella ocupó el puesto de copiloto.

Con Rodríguez al volante, el vehículo pasó una luz roja en la esquina de avenida Los Carrera con Rengo de Concepción y terminó estrellándose contra un microbús. La máquina de la línea Flota Centauro volcó, pero la peor parte se la llevó Camila, quien pereció en el lugar.

Con la cabeza todavía ensangrentada, fue detenido el conductor del Mazda, único imputado por la colisión. Los análisis posteriores arrojaron que manejaba con 1,58 gramos de alcohol en la sangre.

Senda
Senda

Y no sólo eso, pues el acusado no prestó ayuda ni dio aviso a la autoridad, según consta en la querella presentada por la familia.

Hasta ese domingo, la intención del Ministerio Público era formalizar a Rodríguez por manejo en estado de ebriedad con resultado de muerte y lesiones, en el Juzgado de Garantía de Concepción. Sin embargo, un día después la Fiscalía pidió la extensión de la detención por 72 horas, a lo que se allanó la defensa.

Con ello, la audiencia de formalización se concretó el jueves 25 de julio, instancia en la que se decretó la prisión preventiva del sujeto, al ser considerado un peligro para la sociedad y por el peligro de fuga de éste, atendiendo la gravedad del accidente y a la pena que arriesga, explicó en la oportunidad el fiscal Eric Aguayo.

Promesa pendiente

Quien conoció a Camila muy de cerca fue Francisca Herrera. Eran vecinas en San Pedro de la Paz y se hicieron amigas en 2001 cuando esta última tenía cinco años. Una amistad que se prolongó en el tiempo.

“Éramos inseparables, hacíamos todo juntas nos separábamos para ir a almorzar solamente. Siempre fue una niña alegre y muy inteligente, siempre le fue excelente en el colegio”, recuerda Francisca, de 23 años, dos mayor que Camila.

“Crecimos y estábamos en diferentes colegios, distinta universidad, pero siempre estaba el sentimiento y el amor de casi hermanas, porque crecimos juntas”, prosigue.

“Puedo decir que la conocí casi toda su vida y que tuvimos una infancia increíble, porque eran otros tiempos y la imaginación era el mejor juguete, aprendimos a andar en bicicleta, en patines todo lo que un niño pequeño quisiera hacer”, añade.

Francisca Herrera (izquierda) y Camila Candia (derecha)
Francisca Herrera (izquierda) y Camila Candia (derecha)

Como toda amistad, la de Camila y Francisca estuvo marcada por las anécdotas. “Cuando la Cami quiso aprender a andar en patines yo le enseñaba, como yo era un poco más grande. Le amarraba un cojín en su trasero con un cinturón para que no se cayera, o sacábamos los pétalos de las flores y hacíamos shampoo de flores”, recuerda.

Ambas tenían un “eterno amor a los Jonas Brothers y personajes de Disney”. Incluso, intentaron ir a un concierto de la banda, pero no las dejaron ir por ser muy pequeñas. Por ello, cuando la banda volvió a reunirse y ellas ya estaban más grandes, se prometieron que irían a verlos. El juramento quedó pendiente.

“Tuvimos una buena infancia, de esas que ya poco existen”, sentencia Francisca.

Sin explicaciones

Todas las personas que conocieron a Camila la recuerdan como alguien responsable. Así lo deja claro su buen desempeño en la Universidad San Sebastián, donde cursaba tercer año de Enfermería. Nunca reprobó un ramo y siempre estuvo pendiente de ayudar a sus compañeros, relata Florencia Fritz, compañera de carrera.

Una de las cualidades principales que recuerda de ella era su empatía. Según cuenta, una vez Camila supo que uno de sus pacientes padecía de cáncer. Al revelarle el duro diagnostico, él rompió en llanto. Camila se quedó junto al paciente hasta que logró recomponerse.

La noticia de la fatal colisión caló hondo en la casa de estudios penquista. En los pasillos se lamentó profundamente la pérdida de una buena alumna y el entorno de Enfermería -tanto académicas como alumnos- quedó muy afectado, reconocen en la entidad de educación superior, desde donde evitaron referirse al tema, precisamente por tratarse de un tema delicado y por respeto a la familia.

Por esa responsabilidad que la caracterizaba es que para todos sus cercanos es un misterio el que Camila subiera al auto de Eduardo Rodríguez esa madrugada.

“Ella era súper responsable. Lo que más hablábamos siempre era: ‘Cami, llámame a mí o un Uber, nunca subirte un auto con un borracho"”, dice Ricardo Candia, su padre.

“No entendemos, todavía no queda claro en qué condiciones se fue ella con él, porque Camila siempre fue responsable en ese sentido”, complementa Florencia Fritz, su amiga.

“Si ella salía a carretear la venían a buscar o se iba en Uber. Siempre. Una vez que no se fue en Uber y terminó siendo fatal”, lamenta su compañera.

Solicitud para salir de prisión

Desde el accidente, Eduardo Rodríguez quedó arrestado. La medida fue ratificada durante la señalada audiencia de formalización. Sin embargo, su abogado defensor solicitó revocar la prisión preventiva.

Entre los argumentos expuestos por el representante para pedir que recupere su libertad estaba su irreprochable conducta anterior, así como la eventual pena que el abogado defensor estima podría ser objeto de algún beneficio para cumplirla en libertad y subrayando en que si bien a su cliente se le invocó la Ley Emilia, el Tribunal Constitucional ha declarado inaplicable el año de cárcel que como sanción obliga la normativa por manejo en estado de ebriedad.

La solicitud fue finalmente rechazada de manera unánime por la Corte de Apelaciones de Concepción.

Según expuso la ministra Carola Rivas, los delitos cometidos por el individuo fueron suficientes para no cambiar la medida cautelar.

“Lo que importa -a juicio de esta corte- es un menosprecio por la vida e integridad de terceros”, aseguró.

comillas
“Tiene relevancia la actitud que el conductor asume una vez acontecidas las graves consecuencias de su obrar, con una persona muerta y con varias personas lesionadas, en donde intenta darse a la fuga y evadir el examen de alcoholemia. Es por eso que se estimó que su libertad constituye un peligro para la seguridad de la sociedad”.
- Ministra Carola Rivas

La decisión significó un revés para la defensa del imputado, pues ahora éste deberá pasar -a lo menos- los cinco meses que durará la investigación tras las rejas.

El próximo 21 de agosto, cuando se cumpla un mes desde el fallecimiento de Camila, sus padres y cercanos planean realizar una velatón en la intersección de Los Carrera con Rengo, el mismo lugar donde ocurrió el accidente. Según aseguran sus familiares, la idea es recordar a la joven, pero también llamar la atención de la comunidad, para evitar tragedias como la ocurrido a la joven.