El arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati, encabezó la noche de este viernes la misa de inicio por el X Sínodo de Santiago, en la Catedral Metropolitana.

Se trata de la primera actividad que Ezzati realiza en nuestro país, luego de retornar de Roma donde el clero chileno sostuvo un histórico encuentro con el papa Francisco.

Recordemos que los obispos chilenos renunciaron en bloque tras los escándalos de abusos sexuales cometidos por religiosos, en un gesto inédito en la historia reciente de la Iglesia Católica.

Los 34 obispos, 31 en funciones, anunciaron su decisión en el curso de una breve declaración a la prensa en la sala Pío X de un edificio del Vaticano a pocos metros de la basílica de San Pedro.

En ese contexto, Ezzati abrió la misa reconociendo el “clima de cuestionamiento doloroso”, en una crisis que detonó tras la visita del pontífice a Chile en enero pasado.

“Nos viene bien, es consolador y reconfortante abrir el X Sínodo de Santiago sobre jóvenes, fe y discernimiento, en el trabajo y clima de cuestionamiento doloroso que vive la Iglesia de Chile”, señaló.

“Cuando todo parece cuestionado y juzgado, cuando tantas veces se levantan para gritar y exigir crucifixiones, cuando parece que las tinieblas del viernes santo intentan oscurecer el horizonte de la buena nueva de Jesús o el silencio sepulcral del Sabado dan lugar a la duda y a la desesperanza, la palabra del Resucitado a Pedro se hace confiada invitación a toda la iglesia: Sígueme”, insistió en su predicación.

Por último, reconoció la necesidad de un “cambio”, asegurando que es una deuda con quienes han sufrido.

“Necesitamos un cambio, lo sabemos, lo necesitamos y anhelamos. No sólo se lo debemos a nuestras comunidades y a tantas personas que han sufrido y sufren, sino que pertenece a la misión e identidad de la Iglesia, el espíritu de conversión”, finalizó.

Recordemos que Francisco se dispone a tomar medidas severas, “cambios y resoluciones”, dentro de la Iglesia de Chile, según adelantó en una carta entregada al término de tres días de reuniones en el Vaticano.

Pese a su renuncia, los obispos se mantendrán en sus cargos hasta que el papa tome medidas, lo que se prevé que ocurra en poco tiempo.