Como el pequeño Omran, herido en un bombardeo en Alepo, los niños sirios se han convertido por su vulnerabilidad en las víctimas que mejor simbolizan los horrores de una guerra que devasta el país desde hace más de cinco años.
Las imágenes de este niño de cuatro años cubierto de sangre y polvo, sacado de los escombros tras un bombardeo en Alepo, han conmovido al mundo entero, y han invadido las redes sociales y los medios.
En septiembre de 2015, la foto de otro niño, el pequeño Aylan de tres años, yaciendo ahogado en la orilla de una playa turca, también dio la vuelta al planeta, como símbolo del drama de los refugiados sirios.
“No es lugar para niños”
Unos 3,7 millones de niños sirios, un menor de cada tres, nacieron después del inicio del conflicto que comenzó, el 15 de marzo de 2011, y han crecido en un contexto de “violencia, miedo y desarraigo”, según un informe de Unicef publicado en marzo, titulado “No es lugar para niños“.
En total, el conflicto afecta hoy a 8,4 millones de niños sirios, más del 80% del total, ya sea en Siria o exiliados, según Unicef.
Cerca de 15.000 niños muertos
Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), más de 14.700 niños han muerto desde 2011 en el conflicto (balance a 8 de agosto de 2016), la mayoría en bombardeos. Decenas de ellos han muerto de hambre o por falta de medicamentos en localidades asediadas y otros, en ataques con gas.
En Alepo, ciudad del norte clave en el conflicto y dividida entre el régimen y los rebeldes desde 2012, los niños representan el “35% de las víctimas“, según la ONG Save the Children.
Comida para animales
Según Unicef, la mitad de las 600.000 personas sometidas a asedio son niños. En marzo, la agencia de la ONU afirmaba que entre los niños que vivían en localidades bajo asedio, algunos se habían visto obligados a comer comida para animales u hojas para sobrevivir.
Según Human Rights Watch, en cinco años y medio de guerra, al menos 1.433 menores han sido encarcelados, pero solo 436 han sido liberados.
Entre los miles de detenidos torturados fotografiados por “César“, un fotógrafo sirio anónimo refugiado en el extranjero, un centenar eran chicos de menos de 18 años.
Es el caso de Ahmed al Musalmani, de 14 años, detenido en 2012 cuando los soldados sirios encontraron en su móvil una canción que criticaba al régimen del presidente Bashar al Asad. Ahmed acabó muriendo en prisión.
2,8 millones de niños no escolarizados
En marzo Unicef estimó que 2,1 millones de niños ya no iban a la escuela en Siria. En los países vecinos, más de 700.000 niños sirios no tienen acceso a la educación, en particular en Turquía y Líbano, donde las escuelas están superpobladas y carecen de medios.
En esos países, una gran parte de los niños se ven obligados a trabajar o mendigar para contribuir al sustento de sus familias o bien porque están solos.
Refugiados y migrantes
Tal como mostró el caso de Aylan, los niños no son sólo víctimas de los conflictos bélicos que afectan a sus países de origen, sino también de las medidas contra la migración de países occidentales.
El pasado viernes, los cuerpos de dos niñas, una de ocho meses y otra de cinco años, fueron recuperados en el Canal de Sicilia tras el naufragio de la embarcación en la que intentaban llegar a Europa. También tres adulto perecieron durante el accidente.
Los 21 supervivientes de este naufragio contaron que en total 27 personas, miembros de ocho familias sirias que huían de la guerra, viajaban en el barco que se volcó.
Cruzar el estrecho de Sicilia es particularmente peligroso: unos 3.120 migrantes han perdido la vida desde el comienzo del año, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Además, muchos menores que sí logran llegar a costas europeas, son detenidos en la isla de Lesbos en Grecia, donde se les impide el paso hacia los balcanes, pues países como Hungría han incrementado sus restricciones con los refugiados.