Casi 100 miembros del Partido Conservador votaron el martes 14 de diciembre en contra de la introducción de ciertas restricciones sanitarias en el Reino Unido. Se trata de un importante revés para Boris Johnson y plantea dudas sobre la autoridad del Primer Ministro británico, quien se encuentra salpicado por una serie de escándalos.

El “plan B” ha sido aprobado, pero es una victoria agridulce para el primer ministro Boris Johnson. Fue gracias al opositor Partido Laborista que se adoptaron todas las medidas el martes 14 de diciembre. En el tema del certificado sanitario, que tanto disgusta a los conservadores, casi 100 miembros de su bancada votaron en contra.

Los legisladores emprendieron después casi cinco horas de acaloradas discusiones, antes de votar a partir de las 18:30 (15:30 en Chile) cada una de las cuatro medidas: porte de mascarillas en interiores, test diarios para los casos de contacto, pasaportes sanitarios en eventos multitudinarios y vacunación obligatoria para el personal hospitalario.

Son normas, principalmente las dos últimas, que no convencen a muchos diputados conservadores, como el exministro del Brexit Steve Baker, que las calificó de “erróneas” y “desproporcionadas”, considerando que “no hay pruebas suficientes de que sean necesarias”.

Cuando se anunciaron los resultados, se escucharon las reacciones en la Cámara de los Comunes: “El lado del “sí”, a la derecha: 369. Y los “no” de la izquierda: 126. La rebelión de los tories contra su líder se presenta como una advertencia y una muestra de descontento.

Rebelión

“Esta rebelión de los diputados tories es una humillación para Boris Johnson. Ha perdido la confianza de una parte de sus diputados, que son hostiles a las medidas restrictivas. (…) Paradójicamente, consiguió aprobar sus restricciones gracias al apoyo de los diputados laboristas”, dijo Sophie Loussouarn, especialista en el Reino Unido.

Esta votación aumenta la presión sobre “BoJo”, ya envuelto en varios escándalos. Su popularidad entre los británicos está en su punto más bajo. Entre el “maremoto” de la variante Ómicron, de la que se espera un millón de casos antes de finales de diciembre, y la ola de revueltas en su propio campo, el horizonte se oscurece para el jefe del Gobierno.

“Se acusa al gobierno de Boris Johnson de no haber previsto la crisis de las variantes. Cada vez hay más votantes, diputados y ministros descontentos. Hoy podemos preguntarnos si el Primer Ministro sobrevivirá a esta crisis de confianza o si será sustituido por su ministro de Economía, Rishi Sunak”, advierte Sophia Loussouarn.

Los escándalos que empañan la imagen de Johnson

Los británicos reprochan a Johnson varios eventos celebrados en Downing Street en diciembre de 2020, cuando debido a la pandemia no estaban permitidos: un concurso en línea en que participó él mismo rodeado físicamente de colaboradores y una fiesta de Navidad de sus empleados.

Estas revelaciones se suman a varias acusaciones de corrupción y amiguismo, relaciones con empresarios y ocultación de donaciones privadas.

Johnson también causó indignación al intentar cambiar recientemente las normas parlamentarias para ayudar a un diputado conservador, Owen Paterson, condenado por presionar a miembros del gobierno para defender a dos empresas que le pagaban.