El primer ministro británico, Boris Johnson, está en el ojo del huracán político ante el descontento de sus correligionarios conservadores por las nuevas medidas anticovid y una polémica fiesta navideña en Downing Street, celebrada mientras los ciudadanos cumplían con estrictas restricciones.

Cada vez son más los diputados "tories" críticos con Johnson, después de que hiciera coincidir ayer su anuncio sobre la entrada en vigor de su "plan B", destinado a contener la variante ómicron, con la controversia en torno a la celebración navideña, que al parecer tuvo lugar el 18 de diciembre de 2020, cuando el Reino Unido contabilizaba por centenares las muertes diarias por la covid-19.

El primer ministro británico Boris Johnson se encuentra en la cuerda floja, ridiculizado por la prensa y vilipendiado dentro de su partido por introducir nuevas restricciones contra el covid-19 en un momento en que su gobierno está acusado de no haberlas respetado.

Desde hace varios días se acumulan las revelaciones en los periódicos sobre varias fiestas que supuestamente tuvieron lugar en noviembre y diciembre de 2020, en un Reino Unido confinado por el coronavirus, que ha dejado ya casi 146.000 muertos en el país.

La polémica sobre fiesta con alcohol supuestamente celebrada en Downing Street el 18 de diciembre ha indignado a los británicos, que las navidades pasadas se vieron privados de reuniones familiares debido a la pandemia.

Horas después de pedir disculpas por un vídeo en el que una estrecha colaboradora suya bromeaba sobre una de las fiestas, Johnson anunció el miércoles la vuelta al teletrabajo y la introducción de pasaportes sanitarios en clubes nocturnos o estadios de fútbol para intentar frenar los contagios de la nueva variante, cuyo avance exponencial puede poner en aprietos otra vez al servicio público de salud.

Pero al mismo tiempo, alimentando la confusión, consideró que estaba “bien” mantener las “fiestas de Navidad” en el trabajo, una tradición muy británica que aporta importantes ingresos a bares y restaurantes, a condición de ser prudentes.

Credibilidad en entredicho

Estos anuncios fueron mal recibidos por decenas de diputados de la mayoría conservadora, preocupados por su impacto económico e indignados por la acumulación de escándalos que implican al ejecutivo, desde la participación en acciones de cabildeo hasta la financiación del apartamento oficial de Johnson en Downing Street por una donación privada que no fue declarada en su totalidad.

Algunos también creen que el mal ejemplo dado por el gobierno puede socavar el cumplimiento de las restricciones por parte de la población.

“¿Por qué las personas que escuchan en casa al primer ministro y al ministro (de Sanidad) deberían hacer cosas que la gente que trabaja en Downing Street no está dispuesta a hacer?”, lanzó el diputado Mark Harper, afirmando que la “credibilidad” del gobierno “recibió un golpe”.

Las nuevas medidas también fueron ridiculizadas por la prensa británica, que acusa al gobierno de hipocresía.

“No vayas al trabajo, pero ve a las fiestas”, titulaba el jueves el Daily Telegraph. El diario de derechas llegó a preguntarse si este es “el principio del fin” del líder conservador, que antes de ser primer ministro había sido uno de sus periodistas estrellas.

Johnson sale muy mal parado en las encuestas, en que una mayoría de británicos se declara a favor de su dimisión.

“Una regla para ellos, nuevas reglas para nosotros”, tituló el Daily Mail. Otro diario, The Sun, retrataba a Johnson como el “Grinch” con el título “Haz lo que quieras hasta que te pillen”.

Downing Street ha afirmado en repetidas ocasiones que durante el confinamiento de finales de 2020 se respetaron en sus locales todas las normas anticovid.

Mientras algunos diputados de la oposición pedían su dimisión, Johnson anunció el miércoles una investigación interna y prometió “consecuencias” para quienes no cumplieran las normas, diciendo que le habían asegurado “repetidamente” que no había habido ninguna fiesta.

Y negó haber precipitado el anuncio de las nuevas restricciones para desviar la atención.

Este nuevo asunto es calamitoso para el líder conservador al que hasta ahora había logrado eludir las consecuencias de los diversos escándalos.

Por si fuera poco, la Comisión Electoral, organismo regulador de las cuentas de las formaciones políticas, multó al Partido Conservador con 16.250 libras esterlinas (21.500 dólares) por no haber declarado el importe íntegro de una donación de 67.800 libras recibida en octubre de 2020 de la empresa Huntswood Associates Limited para financiar la renovación de su apartamento, y con 1.550 libras esterlinas por no llevar una contabilidad adecuada.

Única nota positiva para el mandatario, junto a su esposa anunciaron el jueves el nacimiento de una niña, segundo hijo de la pareja y séptimo del primer ministro.