El líder de la formación antisistema Movimiento Cinco Estrellas (M5E), Luigi Di Maio, anunció su renuncia este miércoles como líder del partido, lo que constituye un terremoto político para Italia.
“Estoy aquí para entregar mi renuncia como jefe del Movimiento 5 Estrellas”, afirmó Di Maio al término de un largo discurso en el que llamó a su partido a prepararse para “una nueva era” y pidió que la actual alianza con la izquierda “siga gobernando” hasta el final de la legislatura en cinco años.
La decisión de Di Maio, de 33 años, actual ministro de Relaciones Exteriores de Italia, cargo al que no renunció, fue oficializada ante representantes de su partido y medios de comunicación.
“Se cierra una era, llegó el momento de la refundación”, dijo el joven político, quien defendió su liderazgo iniciado en 2017, cuando fue elegido para remplazar al cómico Beppe Grillo, fundador del movimiento.
“En este recorrido he defendido el movimiento de oportunistas y tramposos”, aseguró tras pedir que su renuncia no desencadene una crisis con sus aliados de gobierno, el izquierdista Partido Democrático.
El anuncio, a sólo cuatro días de una elección regional crucial el domingo en Emilia-Romaña, en el próspero noroeste, amenaza con desatar serias reacciones políticas, según observadores y editorialistas.
“Este gobierno debe seguir adelante, no corre peligro”, afirmó ante los asistentes que lo interrumpieron en varias ocasiones con aplausos y ovaciones.
Los antisistema, que en las elecciones de marzo de 2018 arrasaron con un histórico 33% de los votos, hoy en día serían votados sólo por el 15% de los italianos, según los sondeos, un descalabro inédito que pidió encarar en una asamblea general programada para marzo.
“Muchos me han acusado de ser demasiado ingenuo. Prefiero pasar por ingenuo que por tramposo”, respondió al mencionar también las críticas recibidas por haber pactado con rivales, tanto de derecha como de izquierda, para poder gobernar.
“El fuego amigo pide venganza”, dijo al acusar a sus copartidarios de “apuñalarlo en la espalda”, en una alusión a los cerca de 30 parlamentarios entre expulsados y desertores que han salido del movimiento.
El líder de los antisistema concluyó su discurso con un gesto divertido al quitarse públicamente la corbata que no abandonaba jamás.
“Para mí era un símbolo del papel de jefe político, me identificaban por ella”, confesó.