Si logra la aprobación del Congreso estadounidense, la nueva bomba de gravedad nuclear B61-13 tendría mucho más potencial destructivo que la lanzada en la ciudad de Japón en 1945.

El Pentágono de Estados Unidos anunció planes para construir una nueva bomba nuclear que sería al menos 20 veces más potente que la lanzada sobre Hiroshima en 1945. La noticia se conoce días después de que se supiera que China planea duplicar su arsenal de ojivas nucleares a más de 1.000 para 2030.

La nueva bomba de gravedad nuclear B61-13, propuesta por Estados Unidos, se lanzaría desde aviones, incluido el bombardero furtivo B-21 Raider de 692 millones de dólares, que se encuentra actualmente en desarrollo.

“El B61-13 fortalecerá la disuasión de los adversarios y la seguridad de los aliados y socios al proporcionar al Presidente opciones adicionales contra ciertos objetivos militares más difíciles y de gran superficie”, dijo el Pentágono.

Si bien tiene que ser aprobada por el Congreso estadounidense, ya recibió señales inmediatas de aprobación por parte de algunos dirigentes republicanos.

El subsecretario de Defensa para Política Espacial, John Plumb, no mencionó a China ni a Rusia al discutir la nueva arma. “El anuncio refleja un entorno de seguridad cambiante y amenazas crecientes de adversarios potenciales”, dijo.

“Estados Unidos tiene la responsabilidad de continuar evaluando y desplegando las capacidades que necesitamos para disuadir de manera creíble y, si es necesario, responder a ataques estratégicos, y dar seguridad a nuestros aliados”, explicó.

“El B61-13 representa un paso razonable para gestionar los desafíos de un entorno de seguridad altamente dinámico. Nos proporciona flexibilidad adicional”, añadió.

Arma nuclear B61-13

El arma es la última versión de la bomba de gravedad B61, un elemento clave de la disuasión nuclear de Estados Unidos desde la Guerra Fría.

Los B61-13 tendrán menos de un tercio de la potencia de la mayor arma nuclear estadounidense, la B83, que tiene una potencia de 1,2 megatones, 80 veces la bomba de Hiroshima.

El expresidente Barack Obama intentó retirar el B83, pero su sucesor Donald Trump no continuó con ese proyecto.

Si bien durante la campaña electoral de 2020 el presidente Joe Biden prometió “acercarnos a un mundo sin armas nucleares para que los horrores de Hiroshima y Nagasaki nunca se repitan”, Estados Unidos está ahora inmerso en su esfuerzo de armas nucleares más ambicioso desde la Segunda Guerra Mundial.

“Es un acto arrogante”: el repudio al anuncio de EE.UU. sobre la bomba B61-13

La Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN, por sus siglas en inglés) expresó preocupación por el anuncio de EE.UU. de que desarrollará generación de armas atómicas con potencial destructivo al menos 20 veces mayor a la bomba de Hiroshima.

La nueva bomba B61-13, de la que adelantó detalles el Pentágono la semana pasada, “es una irresponsable escalada en la nueva carrera de armamento”, señaló en un comunicado la directora ejecutiva de ICAN, Melissa Parke.

“Anunciar estos planes en medio de conflictos en Europa y Oriente Medio en los que participan países con armas nucleares (Rusia e Israel) es un acto arrogante frente a los esfuerzos por que estas armas de destrucción masiva no se vuelvan a utilizar”, planteó.

En la nota oficial, la organización premiada con el Nobel de la Paz en 2017 detalló que la nueva bomba que desarrollará el Ejército de Estados Unidos -si obtiene el permiso necesario del Congreso- tendrá una potencia de 360 kilotones, frente a los 16 que tenía la que lanzó sobre Japón hace 78 años y que causó 140.000 muertos en 1945.

ICAN también recordó que otra arma nuclear que forma parte de los planes de modernización de la defensa estadounidenses, la B61-12, está ya siendo desplegada en bases de la OTAN en Bélgica, Alemania, Italia, Países Bajos y Turquía.

“Exigimos a Washington que cancele estos programas de modernización, y que en lugar de ello honre sus compromisos con el Tratado de No Proliferación, iniciando conversaciones hacia el desarme nuclear”, sumó Parke.

El uso de ese tipo de armas, recordó la directora ejecutiva, “supondría matanzas indiscriminadas de civiles y destrucción de infraestructura civil crítica, hechos que constituirían crímenes de guerra”.