Pero ahora viene la etapa más compleja. Se debe pensar en un diseño político para instalarse en el gobierno y enfrentar la fragmentación en el Congreso. En este escenario, ¿es posible pensar en una gran coalición que vaya desde Demócratas hasta el Partido Nacional Libertario?

Al menos tres elementos son importantes para analizar la victoria de José Antonio Kast en las presidenciales del 14 de diciembre: la distancia en votos con Jeannette Jara, el grupo de personas que lo acompañó durante la jornada y el tono de sus primeras palabras.

En primer lugar, el triunfo de Kast fue contundente. Ganó con el 58% de las preferencias, se impuso en todas las regiones y en más del 90% de las comunas del país. Entre primera y segunda vuelta consiguió más de 4 millones de nuevos votos y por efecto del voto obligatorio se transformó en el presidente más votado de la historia de Chile. Y en términos porcentuales, la distancia que le sacó Kast a Jara fue mayor que la de Boric frente al mismo Kast en 2021.

En segundo lugar, durante el día fue recibiendo a los principales dirigentes de oposición y también a parte de la familia Piñera-Morel. Y si bien no hubo una gran foto conjunta de celebración, las derechas cumplieron con el compromiso de apoyar al candidato del sector que pasó a segunda vuelta.

Y en tercer lugar, su discurso como presidente electo fue sobrio, moderó expectativas y ratificó la idea de gobierno de emergencia para abordar las crisis en seguridad, migración y economía. Además, entregó luces respecto a las formas de cooperación a nivel de gobierno o legislativo entre la nueva derecha y la derecha más tradicional.

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En estos días hemos visto un presidente electo muy activo. Se ha reunido con otras fuerzas de oposición, con los presidentes de la Cámara de Diputados y el Senado, y viajó a Argentina para reunirse con el mandatario Javier Milei. Mientras tanto, se intensificó la búsqueda de nombres para el gabinete y se preparan las medidas para los primeros noventa días.

Pero ahora viene la etapa más compleja. Se debe pensar en un diseño político para instalarse en el gobierno y enfrentar la fragmentación en el Congreso. En este escenario, ¿es posible pensar en una gran coalición que vaya desde Demócratas hasta el Partido Nacional Libertario?

Parece difícil que ello ocurra. Si bien, existe el diagnóstico de que el poder une, entre Chile Vamos, Republicanos y Libertarios han existido diferencias en cuanto a ideas y formas de hacer política. Desde la nueva derecha han sido sumamente críticos con muchos parlamentarios y dirigentes de Chile Vamos y aquello no se borra fácilmente.

En paralelo, también hay que esperar la decisión del Partido Nacional Libertario y si están disponibles a una alianza con RN o la UDI y cuáles son las “líneas rojas” que le ponen al nuevo gobierno. En un hecho curioso Kaiser, participó en esa tarde de una celebración paralela y previa a la del comando de Kast.

Así, todavía no se resuelve el futuro de Chile Vamos y está la incertidumbre de si el nuevo gobierno podrá concretar una relación institucional con los otros partidos de la derecha o si finalmente se dará una relación basada en cercanías personales.

Sería ingenuo pensar que el 58% de las personas que votaron por Kast pertenecen a la derecha. Su triunfo representa el fin de un mal gobierno, el miedo al comunismo y que la gente quiere cambios. A esto se suma las consecuencias que dejó el plebiscito del apruebo y rechazo en 2022. A lo largo de estos años, Kast ha mostrado vocación opositora y ahora deberá tener la capacidad para gobernar y formar mayorías, con un congreso fragmentado y en un contexto económico difícil.

Pablo Rodríguez
Cientista Político
Instituto Libertad

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