En la política, comunicar un mensaje de la manera más directa posible es una habilidad muy importante. La consistencia ayuda a lograr esto y atraer al público, como explica la periodista Lauren Gambino para The Guardian, al hablar sobre la campaña de Bernie Sanders.

Sin embargo, es igual de importante saber cuándo hacer que el mensaje sea lo más vago posible, dejando que el público “termine la oración” por uno. “Al ver a Trump, es fácil ver como esto funciona. Él hace implicaciones vagas, con una ceja elevada o encogiendo los hombros, permitiendo a su audiencia llegar a sus propias conclusiones”, afirma la periodista Tara Golshan del medio Vox al citar al lingüista de la Universidad de California George Lakoff sobre el estilo de habla del mandatario.

Una de las tácticas utilizadas por el mandatario con más frecuencia es la de “jugar a la víctima”, la cual para sus críticos ha sido abusada por el líder norteamericano. “No es sólo que él se ve como el centro del universo, es que él cree que el universo está intentando hacerle daño, y por lo tanto merece la lástima y empatía de todos”, escribe el editor de CNN Chriss Cillizza para su columna The Point.

Para poder entender este tema, primero es importante definir qué es “Jugar a la víctima” en términos políticos. De manera simple, es enmarcar una posición o grupo social al que se está vinculado como la víctima de ataques desmedidos o críticas injustas, independiente de la realidad del caso, como ejemplifica el escritor Windsor Mann en el medio estadounidense The Week.

AFP
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Anteriormente, estos movimientos conservadores atacaban a minorías, sectores pobres y en situaciones de riesgo afirmando que usaban esta táctica de manera desmedida, como explica en su columna. Sin embargo, según su análisis, ahora son estas organizaciones y partidos políticos ‘tradicionales’ los que utilizan y abusan esta percepción de victimización, en parte, para obtener tratamiento especial. “Las víctimas, no sólo se exculpan de sus acciones, sino que pueden proyectar esta culpa hacia otras personas”, afirma al citar al escritor Charlie Sykes.

Ésta es la razón por la cual ésta táctica es repudiada, pero también es el por qué es tan efectiva.

El ejemplo más claro de este fenómeno es Donald Trump. El presidente de los Estados Unidos comienza la mayoría de sus conversaciones públicas en Twitter, discursos frente al público tanto en la Casa Blanca como en eventos de su partido político e incluso negociaciones internacionales pintándose a sí mismo o a Estados Unidos como una víctima de tratos injustos o sesgos, como se puede ver en su actividad en redes sociales como Twitter.

“Don Lemon de CNN, el hombre más tonto de la televisión, insinuó anoche mientras hacia una ‘pregunta’ de debate que era racista, cuando de hecho soy la ‘persona menos racista del mundo’. Quizás alguien debería explicarle a Don que se debe ser neutral, sin sesgo y justo…”, afirmó al hablar de uno de los debates del partido democrático.

En otra ocasión más reciente, Trump alegó que el medio Axios habría buscado avergonzarlo a través de un reportaje falso. El artículo en cuestión afirmaba que el presidente habría sugerido utilizar bombas nucleares para desviar huracanes que fueran a afectar al país.

“Axios (sean quienes sean) se sentaron y dijeron VAYA, veamos, ¿qué podemos inventar hoy para avergonzar al presidente? Y entonces se dijeron, ‘por qué no decimos que quería bombardear a un huracán, ¡Eso debería funcionar!’. ¡Los medios en nuestro país están fuera de control!”.

Trump no sólo ha utilizado esto en contra de un medio, sino con la prensa en general. Otro ejemplo de esto se puede encontrar en su respuesta a la cobertura mundial de la última cumbre del G-7, la cual no fue de su agrado.

“El reporteo sobre la cumbre G-7 ha sido tan falso e incorrecto. ¡Las noticias falsas saben esto pero no pueden evitarlo! Me iré ahora para desayunar con Boris J.”

El mandatario también utiliza éste argumento en sus apariciones en los medios estadounidenses. En entrevista con ABC News, Trump incluso afirmó una vez que “nunca ha habido un tiempo en la historia de nuestro país en el que alguien haya sido tan maltratado como yo”, al recibir una pregunta sobre las críticas dirigidas a él por el partido demócrata durante la crisis rusa e investigación de Robert Mueller.

Ésta es una táctica que se ha vuelto tan importante para él como para sus seguidores, incluyendo al líder republicano en el senado estadounidense, Mitch McConnell. Él afirmó ser víctima de ataques injustos y “McCartyismo”. Término que hace referencia al pánico rojo de la época post Segunda Guerra Mundial en el país. Esto, luego de que fuera criticado por el público y los medios por bloquear una nueva política de seguridad nacional en contra de intervención electoral internacional, como consignó el medio estadounidense Politico. McConnell, sin embargo, no entregó respuestas sobre su decisión.

ARCHIVO | Agence France-Presse
ARCHIVO | Agence France-Presse

Otro caso reciente es del autor y activista conservador Ben Shapiro. Durante una entrevista con el periodista conservador Neil Andrew para el medio británico BBC News, Shapiro fue cuestionado sobre su rol en la polarización del discurso político estadounidense, en parte, por sus posiciones extremas sobre temas como el aborto y dichos racistas en contra de palestinos y judíos.

Shapiro decidió no responder a las preguntas, atacando a Andrew y su credibilidad como entrevistador, afirmando que tenía un sesgo en contra de ideas conservadoras y que era un izquierdista con malas intenciones. “No me siento inclinado a seguir una conversación con alguien que tiene una motivación tan mala como la suya”, afirmó antes de terminar la entrevista antes de tiempo, como reporteó el medio Business Insider.

Ben Shapiro | Facebook
Ben Shapiro | Facebook

Ésta no es una táctica nueva en la política estadounidense o incluso en Chile, ya que es popular para defender proyectos o políticas anti-homosexuales, como indica el codirector de Acción Secular, Pedro Stein. “Existen sectores conservadores que, por ejemplo, apoya a un prefecto religioso de homofobia. Entonces hacen un discurso de odio, promoviendo esto porque es su creencia, y cuando alguien lo critica, afirman que están siendo intolerantes en contra de ellos”, afirma.

Un ejemplo de esto son los opositores al matrimonio homosexual en el país, como ocurrió en 2015 en el caso de Kim Davis, secretaria de condado en el estado de Kentucky que rehusó darle licencias de matrimonio a parejas homosexuales. Ella se defendió afirmando que esto era un ataque en contra de su consciencia como mujer religiosa, como consignó The Guardian.

Al preguntarle por qué es una táctica tan popular en estos sectores, Stein indica que “usan mucho ese recurso ya que a nivel masivo suena bien y prende rápido, pero que no es lógico, ni tiene mucha consistencia en la realidad”.

¿Por qué vale la pena entender esta táctica y prestarle atención? Porque lamentablemente, a pesar de que es fácil de identificar, también es muy efectiva, aun cuando es abusada.

Archivo | Agence France-Presse
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Como indica la escritora Catherine Rampell en una editorial en el Washington Post, Donald Trump logró convencer a una gran parte del electorado republicano de que él y ellos eran las víctimas en la compleja situación política estadounidense, asegurando su nominación y eventual presidencia.

También ha logrado mantener números relativamente estables en encuestas como las de CNN, en parte, gracias a esta percepción. El público estadounidense se vio dividido en una encuesta publicada en junio de 2019, con un 47% afirmando que las críticas hacia Trump eran justas, mientras que un 44% afirmó que no lo eran.

Sólo el tiempo podrá confirmar si esta controversial táctica le ayudará a mantener esos números, pero es claro que seguirá siendo una importante arma en el arsenal presidencial a la hora de responder a los ataques de sus opositores.