El gobierno somalí anunció este jueves que “en 60 días” se celebrarán elecciones nacionales, cuyo aplazamiento provocó una de las peores crisis políticas de los últimos años en este país del cuerno de África.

Las tensiones se dispararon en el país africano después de que el presidente Mohamed Abdullahi Mohamed extendiera el mes pasado por dos años un mandato que había expirado el 8 de febrero.

Días después de esa decisión estalló la violencia en Mogadiscio, la capital, cuando las fuerzas gubernamentales se enfrentaron con grupos opositores que tomaron brevemente el control de algunas partes de la ciudad.

En un intento por calmar los disturbios, el presidente, más conocido por su apodo de Farmajo, encargó a principios de mayo al primer ministro Mohamed Hussein Roble que se acercara a sus rivales para sostener conversaciones mientras aceptaba realizar elecciones presidenciales y legislativas.

Los dirigentes somalíes llevaban reunidos desde el sábado para negociar la organización de los comicios, en unas conversaciones que terminaron el jueves con una ceremonia oficial y la lectura de un comunicado en el que se resumían los principales puntos del acuerdo.

“El foro consultivo nacional acordó que las elecciones se celebren en 60 días”, declaró Abdirahman Yusuf, viceministro de Información, al leer el comunicado.

La fecha exacta la decidirá el comité de organización de elecciones, el FEIT, precisó Yusuf.

“Un día histórico”

Por su parte, el primer ministro afirmó que se trataba de “un día histórico” y que las discusiones se basaron en el “respeto, la paciencia y el compromiso”.

“Me comprometo a supervisar de forma justa el proceso para unas elecciones justas e inclusivas y llamo a las partes a perdonar y a abrir su corazón al otro”, declaró Roble.

La elección de los diputados se realiza de forma indirecta, a través de unos delegados especiales investidos por un conjunto de clanes y subclanes que eligen a los parlamentarios, quienes, a su vez, designan al presidente.

En el pasado, Naciones Unidas ha destacado que la adopción de un sistema directo basado en “una persona, un voto” sería esencial para la democratización del país, corroído por las luchas de poder, por los problemas logísticos y por la insurrección de la milicia islamista de Al Shabab.

El pasado septiembre, el gobierno y los cinco Estados semiautónomos concluyeron un acuerdo para organizar elecciones antes de que terminara el mandato de Farmajo, pero este no llegó a ponerse en marcha porque el ejecutivo central y los dirigentes de dos estados no lograron superar sus diferencias en algunos puntos.

En 2017, la elección del presidente Farmajo suscitó esperanza entre la población, que veía en él un dirigente preocupado en luchar contra la corrupción y decidido a combatir a los combatientes de Al Shabab.

Pero muchos vieron en la prolongación de su mandato una maniobra para aferrarse al poder, en tanto el gobierno continúa controlando únicamente una pequeña parte del territorio nacional, gracias a la ayuda de los 20.000 soldados de la fuerza de la Unión Africana (UA) Amisom, que actúa bajo mandato de la ONU.