Las tres mujeres buscan seguir con el legado familiar en torno a la producción del aceite de oliva en la zona norte del país. Las jóvenes son apoyadas por el Instituto de Desarrollo Agropecuario.

Daniela González, Pía Albiña y Carmen Castillo son tres emprendedoras chilenas que producen aceite de oliva con Sello Denominación de Origen en el Valle del Huasco, región de Atacama.

Las tres viven con energía las labores diarias de la tierra y cada una tiene una conexión especial con la olivicultura a través de sus historias familiares. Las jóvenes emprendedoras son apoyadas por el Instituto de Desarrollo Agropecuario (Indap).

Conoce a continuación parte de su trabajo en torno a la fabricación de este reconocido producto, reconocido en todo el mundo por los múltiples beneficios que puede entregar dentro de la dieta cotidiana.

Educando sobre las propiedades del aceite y las olivas

Daniela González dedica su vida a Payantume, Aceite Extra Virgen de Oliva en Huasco Bajo. Su especialización en ventas y marketing la vuelca en la sala de ventas y museo donde explica al público la razón de ser de su emprendimiento familiar.

“Soy quinta generación de olivicultores y todo lo que rodea al olivar familiar es una pasión para mí”, confesó la joven oriunda de la zona norte de Chile, “Veo una gran oportunidad para mostrar todo lo que hay en torno al fruto”.

Vale destacar que los aceites en Huasco y Freirina son de gran calidad, muy valorados a nivel internacional y con un alto contenido nutricional.

“Quiero seguir aportando al negocio de la familia y educando a la gente sobre propiedades y beneficio de nuestros aceites y aceitunas en este pequeño museo familiar donde hoy todavía guardamos antiguas máquinas que se usaban”, comento González.

Encanto y pasión por el campo

Al igual que sus padres, Pía Albiña (Olivos Albiña) creció con el aroma y color de las olivas en Freirina. Se considera embajadora de un territorio con identidad y con un producto con características especiales al cual dedica gran parte de su tiempo.

“Todo lo que me transmitió el abuelo y luego mi padre sobre la producción de aceitunas y aceite terminó por encantarme. Fui testigo de su esfuerzo y aprendizaje para sacar los primeros litros de aceite de forma artesanal”, sostuvo.

En su emprendimiento, Pía se dedica a maquilar las olivas, así que pasa varias horas al día en la época de molienda supervisando el proceso. “Tenemos un gran desafío quienes nos dedicamos a la olivicultura porque hoy por hoy no vemos mucha juventud asumiendo tareas en el campo”, contó.

“Como mujer me he tenido que adaptar a trabajar en tareas que en general la realizan los hombres, pero una día a día termina por aprender y hacer estas labores con la misma dedicación para sacar la mejor calidad posible en nuestros productos”, comentó Albiña.

Paisaje que abraza el sabor local

Actualmente, la olivicultura en valle del Huasco atraviesa un momento crítico por la entrada de nuevos mercados en aceites y olivas que hacen poco viable la sustentabilidad del rubro en el territorio.

Así lo entiende Carmen Castillo, quien en su trabajo como profesional del agro y también como integrante del emprendimiento familiar Aceite Alma del Huasco, sigue rescatando tradiciones, prácticas y saberes en torno a los olivos.

Carmen apunta a que “hay que devolver a la tierra el lugar que se merece en la memoria olivícola de Atacama. Eso significa siempre estar pendientes por desarrollar un producto de alta calidad en este pequeño territorio que es una de las últimas fronteras verdes en el norte de Chile que debe ser protegido y preservado”.

La emprendedora enfatizó que “es importante escuchar de nuestros abuelos y abuelas sus historias, sus recetas, sus sabores y saberes, ya que va retroalimentando el trabajo que hace cada familia agricultora”.

Jóvenes olivicultoras
Instituto de Desarrollo Agropecuario