El escritor peruano Gustavo Rodríguez publica "Cien Cuyes", novela con la que ganó el Premio Alfaguara 2023 y donde retrata la particular relación de una cuidadora con un grupo de adultos mayores.

“Un libro conmovedor cuyos protagonistas cuidan, son cuidados y defienden la dignidad hasta sus últimas consecuencias”. Así definió el jurado del Premio Alfaguara la novela ganadora de su edición 2023: “Cien Cuyes”, un relato urbano del escritor Gustavo Rodríguez (Lima, 1968) que se configura como una tragicomedia de múltiples capas, donde cada una confluye en una historia tan brutal y fraternal como chispeante y conmovedora.

La trama narra el deambular de Eufrasia Vela, quien en su labor de cuidadora de adultos mayores debe enfrentar las encrucijadas existenciales y morales de una coyuntura para nada fácil: ayudar a un grupo de ancianos que desea practicar la eutanasia.

Doña Carmen, el doctor Jack Harrison y “Los Siete Magníficos”, entre otros, son algunos de los personajes que dan forma a un texto que no escatima en vocablos limeños para demostrar su carácter citadino, el mismo que le valió a Rodríguez largas loas del jurado 2023 del Premio Alfaguara, presidido por Claudia Piñeiro e integrado por Javier Rodríguez Marcos, Carolina Orloff, Rafael Arias García, Juan Tallón y Pilar Reyes.

“Cien Cuyes es una novela tragicómica, situada en la Lima de hoy, que refleja uno de los grandes conflictos de nuestro tiempo: somos sociedades cada vez más longevas y cada vez más hostiles con la gente mayor. Paradoja que Gustavo Rodríguez aborda con destreza y humor”, señaló el acta de los expertos.

Gustavo Rodríguez (autor de las novelas “La risa de tu madre”, “La semana tiene siete mujeres”, “Cocinero en su tinta”, “República de La Papaya”, “Te escribí mañana”, y el conjunto de relatos “Trece mentiras cortas”), explica el origen de su nueva publicación.

“Yo estaba buscando cómo narrar una historia que involucrara a ancianos solitarios y su derecho a una muerte digna, pero no fue hasta que se me ocurrió el personaje de Eufrasia, como cuidadora de todos ellos y como vínculo de todas sus hitorias, que pensé: ‘ya, tengo un argumento’. Yo siento que ya tengo una novela en manos cuando puedo resumir el argumento en una cinta de noticiero, como: ‘Capitán loco busca ballena por todos los mares del mundo"”, cuenta a BioBioChile.

La muerte de su suegro, a quien dedica el texto, fue el gatillante de la escritura de la misma, que se fraguó en plena pandemia y bajo el influjo del encierro. Tal como refleja la hoja de ruta que quedó registrada en su Instagram, el proceso demoró apenas dos meses. “Un ejercicio visceral muy intenso, de 6 a 7 horas diarias, todos los días. Un estado de trance”, resume Rodríguez, quien se reconoce cercano, desde siempre, a los adultos mayores (se crió de niño con su abuela materna).

“Siempre me han llamado la atención, o me han generado empatía. Siempre me han dado estas ganas de estar siempre con ellos, de escucharlos. Me da pena su soledad, desde pequeño. No su soledad, sino el intuir que eran separados de la conversación por vivir en su propio mundo. Y yo soy un autodidacta: a lo largo de mi vida, las personas mayores han sido una universidad para mí. Siempre he tenido esa propensión de rodearme de personas mayores”, señala Gustavo Rodríguez sobre “Cien Cuyes”.

De los 13 personajes que pueblan la novela, hay uno que existió en la vida real con las características que se le atribuyen: Jack Morrison. La cuidadora Eufrasia, por su parte, se asemeja al menos a tres mujeres que han trabajado cerca del autor, que si bien ubica a “Cien Cuyes” como una de sus novelas más personales, también la instala como su esfuerzo más reciente por “procesar las contradicciones de Lima” y contribuir al entendimiento de la vejez.

“Para que de verdad podamos debatir a conciencia, debemos sentir lo que sentimos más que intelectualizarlo. Desde ese punto de vista, las ficciones nos son útiles para sentirnos esa persona que no somos. Porque si no, habría que ser un cuidador o alguien que vive con sus padres o abuelos para tener ese nivel de empatía”, reflexiona sobre las nuevas ficciones que abordan el tema.

Gustavo Rodríguez, autor de “Cien Cuyes”: “Si una persona quiere agonizar, que agonice, pero si alguien dice que ya no quiere vivir más, creo que también es atendible”

(P): Hay mucho humor en la novela. ¿Cree que esa veta cómica es una herramienta útil para acercarnos a los adultos mayores en el cotidiano?

(R): El humor, más que una forma de acercanos a ellos, es una forma de no espantarnos. Yo tenía dos temores reales, antes y mientras escribía la novela: uno, que estos temas pudiesen causar rechazo, porque leer en Arial 12 las palabras “muerte digna” o “vejez solitaria” pueden generar reparos. Y, por otro lado, temía que, debido a algunos momentos dramáticos, fuese cursi. Pero el humor vino en mi auxilio, como ha venido toda mi vida. Yo no encuentro ningún mérito personal haber utilizado el humor, porque desde niño lo he utilizado para situaciones complicadas.

(P): También es un mérito el uso del lenguaje coloquial, que en Cien Cuyes no se explica a modo de glosario, sino que simplemente se utiliza y se da por sabido, sin riesgo de excluir a aquellos ajenos a la jerga.

(R): Me sorprende que yo mismo haya llegado a esa conclusión producto de un largo proceso de afirmación de identidad. Creo que tras mucho aprendizaje, llegué a la conclusión de que lo que más se puede valorar de una obra de ficción es su autenticidad. Y he aprendido que el lector tiene un tipo de intuición para darse cuenta si algo es postizo o no. Entonces, desde que me asumo como un escritor que conoce muy bien Lima, que tiene un oído atento a cómo se habla y que abraza la cultura popular con la que creció sin vergüenza, creo que mis obras salen más auténticas y que muchos lectores sintonizan con eso.

(P): A través del habla limeña apelas también a los diálogos, que son cruciales en la novela…

(R): Ya en mi tercera o cuarta novela descubrí que tengo buen oído para los diálogos, y los utilizo lo mejor posible para lograr verosimilitud. Los personajes se revelan a través de lo que piensan, de lo que hacen y de lo que hablan. Y este tercer pilar, para mí, es mi fuerte, y claro, sería tonto si no utilizo mi fortaleza.

(P): La novela plantea el tema de la eutanasia, y la posición de estos adultos mayores al respecto. ¿Cuál es tu postura en el debate sobre la muerte digna, la eutanasia y la interrupción de la vida en personas mayores?

(R): Yo soy un fiel creyente en las libertades individuales. Creo que toda persona debería aspirar a hacer de su vida una obra de arte. Esta filosofía llevada a lo pedestre, a lo cotidiano, implica decidir en qué momento puedes dejar de sufrir en la vida. Espero que esto no se tome como una apología al suicidio, sino simplemente como el hecho de que prolongar la vida de alguien que está sufriendo demasiado, a mí me parece de un sadismo que no me explico.

(P): El escritor multiventas francés Michel Houellebecq, a raíz de un proyecto de ley sobre eutanasia en su país de origen, escribió en 2021 que “una civilización que legaliza la eutanasia pierde todo derecho al respeto”, e incluso asevero que esta constituye “una ruptura antropológica sin precedentes”. ¿Qué le parecen estas afirmaciones?

(R): Yo no sé si Houellebecq alguna vez ha agonizado, entonces no puedo arrogarme la autoridad para decidir que lo que piense esté por encima de lo que sienta otra persona. Si una persona quiere agonizar, que agonice, pero si alguien dice que ya no quiere vivir más, creo que también es atendible.

Gustavo Rodríguez, "Cien Cuyes" y la eutanasia: "Los mayores han sido una universidad para mí"
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