En memoria de Pablo Andueza

Parece que la historia de las luchas por el destino del muelle Barón ha llegado a su fin. ¿Quién podría oponerse a la voluntad general? Manifiesta en una consulta, por los votos, esta resulta irresistible, más aún si coincide –porque es pura coincidencia– con lo que tenía en mente el gobierno: recreación, áreas verdes, comercio, gastronomía, cultura (patrimonio).

Pero algo pasó aquí. Cuando en el 2013 numerosas organizaciones sociales de Valparaíso (cincuenta exactamente) adhirieron a la Minuta Ejecutiva que se les entregó a los evaluadores de Unesco, lo hacían con un espíritu algo distinto:

“La intención de las organizaciones sociales y ciudadanas al movilizarse ante la UNESCO, y esperar sus recomendaciones, no es otra que colaborar con el cuidado de nuestro sitio mundial, alentar por su mejor y más integral manejo y abogar por su ampliación, en especial hacia el frente costero-portuario, en la medida que esto ayudaría a preservar los méritos de esta ciudad en la que se habita, se ama y que se quiere dejar como mejor herencia para las generaciones futuras. Ello es perfectamente compatible con el crecimiento del puerto, el que se anhela con la misma fuerza, porque las actividades marítimo-portuarias corresponden a la principal actividad económica de la ciudad y elemento constitutivo de la identidad porteña”. (Andueza y Aravena (Eds.), Valparaíso reclamado: demandas ciudadanas de la ciudad-puerto, Valparaíso: Perseo Ediciones, 2013, p. 19).

Lo que se buscaba en ese entonces era devolver el borde costero a la ciudad para goce y disfrute ciudadano, con la condición que esto no perjudicara el desarrollo portuario, pues aunque se argumente que el Terminal 2 está en marcha, sabemos que tiene importantes reparos y que no constituye un proyecto a largo plazo para la ciudad, de hecho obedece mejor a los intereses del grupo económico extranjero que lo impulsa que a los de la ciudad.

En cambio los expertos mayoritariamente han visto, en el largo plazo, el sector norte (Barón) como la más idónea para nuevos sitios de atraque:

“Gran parte del futuro Terminal 2 queda afuera de aguas abrigadas (es decir, donde cesa el efecto protector del molo de abrigo), lo que impediría su uso regular a causa de resacas y malos tiempos. En este sentido, ASONAVE insiste que los terrenos del sector norte de la bahía ofrecen mejores condiciones para la ampliación del puerto y externalidades negativas menores para la ciudad, tal como lo han sostenido, unánimemente, todos los informes técnicos realizados desde el año 1897 hasta hoy […] Del momento que se descarta el uso portuario del área norte del puerto, se genera por efecto una presión de uso portuario intensivo hacia el área declarada por la UNESCO sitio mundial Patrimonio de la Humanidad”. (Andueza y Aravena, p. 36 y 47).

Como se verá, lo que se defendía era el futuro de Valparaíso como parte del futuro de Chile (quien sabe si fue esta la última lucha de espíritu nacional que hayamos visto). Pero hoy el futuro parece ser cosa del pasado, peor si es nacional.

Pablo Aravena Núñez
Director del Instituto de Historia y Cs. Sociales
Universidad de Valparaíso