Una obra que sobrevuela la última etapa de la vida y que entremezcla la realidad con las ensoñaciones caracteriza a este relato escénico, construido con las pautas dejadas por el fallecido dramaturgo Alejandro Sieveking (1934-2020), Premio Nacional de Artes 2017.

Por Leopoldo Pulgar Ibarra

Escrito por la dramaturga Nona Fernández, “Paren la música”, desde su título, absorbe también esa intención tan humana, al menos de manera metafórica, de poner condiciones tanto a la vida como a la muerte, como querer que todo se detenga para subir o bajar a voluntad del planeta en que vivimos.

Lo hace enrareciendo la mente de Gregoria, una actriz con síntomas seniles para quien el tiempo no ha pasado, además de alterar, diluir y confundir los límites de su conciencia.

Ella sigue esperando a su amigo Guillermo, escritor de biografías, en el mismo local de siempre, por lo que pide su cafecito -renunciar a vivir no figura en sus planes-, sin captar que se realizan trabajos de desmantelamiento y demolición del lugar ni que su mundo -tal como lo conoció- hace rato ya no existe.

“Paren la música” es una obra póstuma de Sieveking, la tercera producción de una trilogía, luego de “Todo pasajero debe descender” (2012) y “Todos mienten y se van” (2019).

Señas y referencias

La idea original de Alejandro Sieveking, tanto la mirada sobre la muerte, la ancianidad, el perfil de sus personajes tienen como referencia al dramaturgo y su esposa, la actriz Bélgica Castro (1921-2020) Premio Nacional de Artes 1995), y el amor que vivieron más de 60 años, señas recogidas en la escritura de Nona Fernández.

Especialmente, cuando la obra alude a “Ánimas de día claro”, cuyo aire cultural y espiritualmente intuitivo y mágico se conecta con algunas sugerencias fantasmales y de desdoblamiento que ingresan para que polemicen realidades e irrealidades.

No es raro que las personas de edad avanzada, con cierta ansiedad, incluso temor, dialoguen con la muerte que se aproxima y la vida pasada que se desvanece, y construyan una mirada de estructura no lineal, compleja y enigmática.

Algo que la escritura cuidada de Nona Fernández -tanto concreta como alegórica que utiliza en esta obra- y el ritmo actoral pausado que imprime a la obra la dirección de Cristián Plana no buscan ordenar, aclarar o dibujar con trazos simples.

Y, tal vez lo más importante, manteniendo esa cierta colisión entre el material tangible de los escombros y el proveniente de expectativas, recuerdos y memoria, que acentúan el vibrante mundo sonoro y lumínico, el vestuario y la escenografía.

Una obra en rodaje que tiene recursos para desarrollar toda su energía escénica en las aristas de humor e intensidad, y para que sus múltiples elementos y miradas se entremezclen y configuren un universo sentido y contradictorio, con todo lo que implica lo simple y profundamente humano.

Paren la música, foto de Alejandra Fuenzalida (c)

PAREN LA MÚSICA

Idea y título originales: Alejandro Sieveking
Dramaturgia: Nona Fernández (sobre notas de Sieveking)
Dirección: Cristián Plana

Elenco: Catalina Saavedra, Carolina Paulsen, Carolina Larenas, Guilherme Sepúlveda y Felipe Zepeda
Asistencia de dirección: Paulina Moyano
Diseño integral: Claudia Yolin
Asistente diseño integral: Nicole Needham
Diseño sonoro: Damián Noguera
Maquillaje: Franklin Sepúlveda
Producción general: Teatro Nacional Chileno, Paulina Moyano

Sala Antonio Varas (Teatro Nacional Chileno). Morandé 25. Miércoles a sábado, 19.00 horas. Entradas, $3 .000, $ 5.000 y $ 7.000 (ticketplus.cl). Hasta el 28 de agosto.

Rubén St