El libro de Elizabeth Subercaseaux, que completa la trilogía Vendo casa en el barrio alto y Compro lago Caburga, continúa con su escritura llena de humor donde un grupo de amigos empresarios, todos socios que han frecuentado desde la infancia el club de Golf, instalan una Clínica, muy exclusiva y cara, dedicada a la cirugía plástica.

Un texto de fácil lectura que no sólo permite reír (a costa de empresarios “cuicos”, ambiente que la escritora conoce), pasarlo bien con una lectura rápida; permite quedarse en el chiste o reflexionar sobre la liviandad para tomar decisiones importantes como es montar una clínica o hacerse una cirujía plástica, sin pensar mucho en las consecuencias.

Lo que devela el libro es una cierta impunida del poder, de una clase social que se siente dueña de la realidad, de hacer lo que quiere sin pensar mucho en consecuencias, pero siempre con un manto de temor a los “comunistas”, a los “rotos”, a los que no son “como ellos” o “de ellos”, conocidos de familias conocidas.

La autora muestra a través del humor -que es una forma amable de hacerlo- las miradas y los conflictos, y las formas de abordarlos, de una “aristocracia” con dinero y que todavía -a pesar de la democracia- logra tener sus ghetos.

Tal vez el punto débil del libro sea el quiebre que hay en el relato casi al final del texto, donde no se resuelve de la mejor forma el tono y el ritmo del libro con un pasaje más serio y aparentemente más profundo… donde la escritora deja de lado el humor, donde deja de confiar en el humor para tratar ciertos temas.