Millones de personas salieron el domingo a las calles en Egipto determinadas a derrocar al presidente islamista Mohamed Mursi, que cumple un año en el poder, en lo que constituyen las mayores protestas que se realizan en el país desde la revuelta de 2011.

Impresionantes columnas de manifestantes ocuparon al caer la noche las principales calles de la capital egipcia gritando consignas como “¡Fuera, fuera!”, o “¡El pueblo quiere la caída del régimen!”

A pesar de la tranquilidad que reinó en el día, al caer la noche, actos aislados de violencia dejaron al menos dos muertos.

“Se trata de las protestas más grandes en la historia de Egipto”, dijo a la AFP una fuente militar que solicitó el anonimato, añadiendo que “millones” de personas salieron a las calles, tanto en la capital como en el interior del país.

Una persona murió en la céntrica provincia de Assiut, cuando dos desconocidos en una motocicleta abrieron fuego en dirección de los manifestantes que pedían la renuncia de Mursi, informó una fuente de seguridad.

Poco antes, un joven murió y otras 40 personas resultaron heridas como consecuencia de violentos choques entre partidarios y opositores de Mursi en Beni Sueif, al sur de El Cairo, según otra fuente de los servicios de seguridad.

Ambos incidentes tuvieron lugar frente a oficinas del Partido de la Libertad y la Justicia, la rama política de los Hermanos Musulmanes.

En El Cairo, los manifestantes habían comenzado a congregarse el domingo por la tarde en diversos puntos de la ciudad aunque gradualmente fueron concentrándose en el barrio de Heliópolis, donde se encuentra el palacio presidencial.

También se registraron importantes manifestaciones en Alejandría (en el norte del país) y Menuf y en Mahalla, en el delta del Nilo, así como en Suez y hasta en la ciudad natal de Mursi, Zagazig, al noreste de El Cairo.

En este escenario, la mayor coalición opositora de Egipto, el Frente de Salvación Nacional (FSN), emitió una “Declaración Revolucionaria Número 1″ en la que llamó a los manifestantes a permanecer movilizados y en las calles hasta la caída de Mursi.

“Todas las fuerzas revolucionarias y todos los ciudadanos deben mantener sus reuniones pacíficas en sus lugares, en las calles, en las ciudades del país (…) hasta la caída de todos los elementos del régimen dictatorial”, expresó la nota.

En El Cairo, la sede central de los Hermanos Musulmanes, el partido de Mursi, fue atacada con bombas tipo molotov.

“Es una segunda revolución y Tahrir es su símbolo”, declaró Ibrahim Hamuda, un carpintero de obra del norte del país, quien vino a la capital para participar en la manifestación -organizada al cumplirse el primer aniversario de la llegada de Mursi al poder- en esta plaza, símbolo de la movilización que expulsó del poder al presidente Hosni Mubarak en 2011.

Por su parte, los partidarios del presidente islamista continuaban la sentada comenzada el viernes en el barrio cairota de Nasr City, cerca del de Heliópolis, para defender la “legitimidad” del primer mandatario civil e islamista elegido en el país hace un año.

El Partido de la Libertad y la Justicia, una emanación de los Hermanos Musulmanes, de donde procede Mursi, exhortaron a una “movilización general” para defender al jefe de Estado, primer presidente egipcio libremente elegido.

Para prevenir graves disturbios el domingo, el ejército y la policía se desplegaron en todo el país, reforzando la protección de instalaciones vitales, en especial el Canal de Suez.

Desde el miércoles, se produjeran disturbios en Alejandría y en las provincias del Delta del Nilo entre partidarios y opositores de Mursi, que provocaron la muerte de ocho personas, entre ellas un estadounidense.

La campaña del “Tamarrod”

Esta jornada es considerada esencial en la campaña del movimiento Tamarrod (rebelión en árabe), que llama a manifestarse en masa para exigir la salida de Mursi en el mismo día en que cumple su primer año de presidente.

Tamarrod, apoyado por numerosas personalidades de la oposición laica, liberal o de izquierda, asegura haber recogido más de 22 millones de firmas en favor de una presidencial anticipada, es decir, más que el número de electores de Mursi en la elección de junio de 2012 (13,23 millones).

Los adversarios de Mursi lo acusan de albergar tentaciones autoritarias y de tener la vocación de instaurar un régimen dominado por los islamistas. Sus partidarios, por su lado, afirman que su legitimidad está asentada en la primera elección libre de la historia de Egipto, y acusan a la oposición de querer un “golpe de Estado”.

El presidente estadounidense Barack Obama expresó el sábado su “preocupación” ante la crisis en Egipto y llamó a Mursi y a la oposición a iniciar un diálogo “más constructivo”.