Tras la renuncia de Benedicto XVI, la llegada del próximo sucesor de Pedro viene acompañada de augurios apocalípticos. El fin de la Iglesia Católica, la llegada del juicio final, la destrucción del Vaticano y el fin de la humanidad, son anunciados por las interpretaciones más alarmistas.

Aún fresco el temor de muchos por los pronósticos del calendario Maya para el pasado 21 de diciembre, renacen los miedos causados por fatídicos escritos e interpretaciones.

San Malaquías dejó escrito que el próximo papa sería el último.

Malaquías fue un sacerdote y posterior santo irlandés del siglo XII que logró fama en la comunidad occidental muchos siglos después de su muerte, al revelarse los manuscritos en los que traspasaba sus visiones.

Esos escritos enumeraban a todos los papas venideros de aquellas percepciones, lo hacía aludiendo a cada uno con breves referencias escritas en latín. Aquellas menciones han resultado ser muy acertadas y valieron la repercusión de Malaquías y sus profecías.

Pastor et nauta, “Pastor y navegante” denominó al que sería Juan XXIII, quien fue pastor de pequeño y llegó a ser el patriarca de Venecia, la ciudad de los canales; De Mediate Lunae “El de la Media Luna”, fue Juan Pablo I, que nació y murió en días que exhibieron sólo una fracción de nuestro satélite; De Labore Solis, “El trabajo del sol” o “Eclipse de sol”, para otros. Así llamó a Juan Pablo II, el primer papa en viajar tanto a diferentes lugares del mundo y quien nació un día de excepcionales condiciones solares.

El recién renunciado fue llamado Gloria Olivae,”La Gloria del Olivo” y Ratzinger nació un sábado de Gloria, pocos días después de la Semana Santa.

Petrus Romanus será la denominación del sucesor de benedicto XI, ·”Pedro El Romano”. A este papa, Malaquías entregó más palabras: “En la última persecución de la Santa Iglesia, ocupará el trono Pedro el Romano, que hará pastar a sus ovejas en medio de numerosas tribulaciones; pasadas estas tribulaciones, la ciudad de las siete colinas será destruida y el juez terrible juzgará al pueblo”.

La mayoría ve aquí una destrucción de Roma, entendida como la Iglesia Católica, seguida del juicio final para el que descenderá Dios.

Otros temen a la, más famosa, teoría de Nostradamus, que anuncia la llegada de un papa negro para reinar el fin de la iglesia y la humanidad. Temor exaltado por los dos candidatos de color que han sido mencionados como favoritos para esta elección, el nigeriano Francis Arinze y el ghanés Peter Turkson. También suena un primer papa latinoamericano, donde el jesuita Jorge Mario Bergoglio tiene preferencia. La orden Jesuita ha sido denominada históricamente como “los curas negros”.

Hugo Zepeda, abogado y teólogo chileno remarca que lo primero es entender la larga data de estas profecías, todas escritas muchos siglos atrás y sobredimensionadas con el paso de los años.

Hugo Zepeda / Sebastian Rodríguez- Agencia UNO

Hugo Zepeda / Sebastian Rodríguez- Agencia UNO

“Imagínate lo que se dirá en 100 o 200 años sobre el rayo que golpeó la Basílica de San Pedro el día que renunció el papa. Sucede que las cosas se mitifican con el pasar del tiempo, en especial aquellas que afectan a los grandes poderes del mundo, religiosos, económicos, el que sea”, asegura Zepeda.

Respecto de la primera profecía, Zepeda tiene una interpretación propia, basada en un aspecto singular de los escritos de Malaquías que muchos han obviado.

En su enumeración de 112 papas, existe uno llamado Axis in medietate signi, “El hacha del medio”. Este gobernó en 1585, 442 años después de Celestino II, el primero de la lista, y debería pasar otros 442 años para que gobierne el último papa.

Esa fecha corresponde al 2027 y es en ese año que Zepeda interpreta el fin de la Iglesia Católica como la conocemos, una transformación poderosa derribaría varios de sus pilares, quizás viviremos un último cisma. “Es más importante el año que los papas, en la teoría de Malaquías”, señala el teólogo.

El desfase estaría dado por situaciones no contempladas por el religioso a la hora de escribir sus escritos, como esta renuncia de Benedicto XVI.

A pesar de que muchos critican estas teorías por necesitar relaciones muy complicadas para tomar valor, no puede negarse que entregan un contexto especial a la elección papal de marzo próximo, quién podría decir que va a suceder.