El Gobierno japonés dirigirá las operaciones de desmantelamiento de los reactores destrozados del complejo atómico de Fukushima, declaró el primer ministro Shinzo Abe, según reseñó la agencia Kyodo News.

“El Estado encabezará” los esfuerzos para el desmantelamiento, aseguró Abe en una entrevista mantenida el jueves con periodistas de dicha agencia japonesa, y añadió que es “imposible” para la compañía propietaria trabajar ella sola en la demolición de las instalaciones y el saneamiento del lugar.

El primer ministro también subrayó la necesidad crucial del desmantelamiento de los reactores de Fukushima “sin más tardanza” para apoyar la reconstrucción de la prefectura epónima del noroeste, donde se encuentra la central con sus seis reactores.

Cuatro deben ser desmantelados después de haber sido gravemente dañados por un tsunami gigantesco provocado por un sismo muy violento el 11 marzo de 2011.

El calendario de las obras al día de hoy fijado por Tokyo Electric Power (Tepco) prevé que las operaciones duren unos cuarenta años, pero el gobierno de Abe, formado el 26 de diciembre, quería ir más deprisa.

Una parte de los alrededores está tan contaminada que se considera inhabitable varias décadas, mientras que habitantes evacuados empiezan a regresar a localidades más alejadas.

Abe, que se desplazó a la provincia de Fukushima el 29 de diciembre, prometió medios para acelerar la renovación y des contaminación de las viviendas.

Unas 160.000 personas abandonaron la región después del accidente.

Por otra parte, el presidente de Tepco en el momento de los hechos, Tsunehisa Katsumata, declaró el jueves ante la justicia en el marco de una investigación por negligencias tras una denuncia presentada por ciudadanos con unas 40 personas.

Los denunciantes les culpan de no haber tomado las disposiciones pertinentes cuando Tepco entendió tres antes del drama que la central podía verse afectada por un de más de 15 metros, tal como ocurrió el 11 de marzo.

El accidente nuclear no causó muertos directos por radiaciones, pero decenas de personas de edad fallecieron durante las operaciones de evacuación.

El sismo y el tsunami mataron directamente a más de 18.000 personas y unos 2.000 han perecido como consecuencia de sus nuevas condiciones de vida degradadas después del drama.