Es la gran fiesta de la liberación: una masa inmensa de tripolitanos celebra feliz el triunfo de seis meses de rebelión contra el régimen de Muamar Gadafi, precisamente en uno de los lugares simbólicos de su poder.

En esta noche de viernes, centenas de miles de personas, entre ellas mujeres ataviadas con una chilaba o un velo de color, jóvenes y ancianos confluyen en la antigua Plaza Verde, lugar emblemático para el ex líder libio ahora rebautizada con el nombre de Plaza de los Mártires.

El encuentro masivo, con filas de coches de varios kilómetros, se produce dos días después de la fiesta de Eid al Fitr, que marcó el final del mes de ayuno del ramadán.

En sus bocas resuena una frase que resume lo que, empezando por unas manifestaciones reprimidas a mitad de febrero, ha concluido seis meses después en la victoria de los estudiantes, obreros e ingenieros que tomaron las armas para acabar con 42 años de régimen gadafista: “Ahora somos libres”.

“Hemos soñado con vivir esto durante 42 años, y se ha hecho realidad. Ahora ya no sueño. Nuestro futuro es radiante”, dice Manal Al Deber, un piloto de 35 años.

“¡Libios, levantad la cabeza, sois libres!”, “Libia es como una flor”, dicen hombres y mujeres, que se suceden en la tribuna situada al pie de la ciudadela otomana, donde Muamar Gadafi solía arengar a sus partidarios.

“Takbir”, gritan por los altavoces, a lo que la muchedumbre, que luce los colores de la bandera revolucionaria (negro, rojo, verde) responde “Alá Akbar” (Dios es grande), una expresión muy común que en los últimos meses se convirtió en el grito de guerra de los rebeldes.

En la celebración, mujeres jóvenes retoman sin cesar uno de los cantos revolucionarios que los combatientes ponían a fondo en sus coches en las ciudades liberadas: “Ooooh, Libia nos ha llamado, y hemos respondido”.

En los camiones armados de cañones, unos niños agitan banderas. Jóvenes y ancianos bailan al ritmo de tambores, y se ríen del “hombre de la cabellera loca”, refiriéndose a Muamar Gadafi.

“Gadafi ha dicho que el pueblo lo amaba. La población de Trípoli quiere mostrarle cómo ama la revolución”, exclama uno de los combatientes encargados de la seguridad, Jamal Mansur, de 50 años.

Todavía el jueves, en el 42º aniversario del golpe contra el rey Idris que lo llevó al poder, Gadafi llamó a los libios “a prepararse para la resistencia, a una larga guerra”.

“Todos aquellos que todavía apoyan a Gadafi deben unirse a sus hermanos los rebeldes para ganar la guerra”, dice un hombre en la tribuna, dirigiéndose a los recalcitrantes que resisten en los últimos bastiones gadafistas de Bani Walid (sur) y Sirte (este).

“Thank you”, se escucha también por todas partes. “Thank you” a Francia, que hizo una fuerte campaña diplomática para que el Consejo de Seguridad de la ONU autorizara en marzo los ataques aéreos en Libia.

“Gracias” también a la OTAN por haber enviado sus aviones de combate contra las fuerzas de Gadafi, y a Qatar y los Emiratos Árabes Unidos por apoyar al Consejo Nacional de Transición (CNT), la nueva autoridad del país reconocida por buena parte de la comunidad internacional.

Los disparos con metralletas, lanzacohetes y Kalashnikov de los vencedores hacen las veces de fuegos artificiales, después de aterrorizar a los habitantes de Trípoli cuando estaban en manos de los gadafistas hace apenas dos semanas.

Todo el mundo habla y sonríe. “La gente está cambiada. Antes estaba tensa, su cara era horrible, pasaba el tiempo preguntando quién es usted, qué quiere. Ahora están magníficos, radiantes”, dice extasiado Ahmed Tarsin, un informático de 34 años.