El presidente del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh), Rolando Jiménez, fue calificado como una de las víctimas de violación a los Derechos Humanos de la Dictadura Militar que encabezó Augusto Pinochet entre 1973 y 1990.

Así quedó establecido en un nuevo informe oficial de la Comisión Asesora Presidencial para la Calificación de Detenidos Desaparecidos, Ejecutados Políticos y Víctimas de Prisión Política y Tortura, conocida públicamente como “Comisión Valech”.

Dicha instancia reconoció como víctimas de prisión política y tortura a 9.795 personas (22.036 no calificaron) que se suman a las 27.255 reportadas inicialmente. En tanto, se reconocieron 30 nuevos casos de desaparecidos y ejecutados, agregados a los 3.195 certificados con anterioridad.

Jiménez inició su lucha política y social contra la Dictadura en 1976, cuando tenía 16 años. Desde ese momento organizó diversas protestas, tomas, barricadas y eventos públicos y privados contrarios a la política de Estado liderada por Pinochet.

Detenido en decenas de ocasiones, el ahora activista gay padeció torturas (golpizas sistemáticas, desnudos contra su voluntad, aplicación de electricidad y secuestro en maleteros de vehículos policiales), siendo además relegado por seis meses a la Isla de Melinka y luego a Cañitas.

Su última detención en Dictadura se extendió por un mes y medio en la Cárcel de San Miguel luego de que hubiese organizado una toma de terreno, aplicándosele en dicha oportunidad la Ley de Seguridad Interior del Estado.

Entre otras tomas, Jiménez junto a más dirigentes organizó las de la Unicef y de Fantasilandia, advirtiéndose en ambos casos sobre la vulneración a los derechos humanos padecida por jóvenes, niños y niñas.

Entre 1976 y 1979 Jiménez fue responsable de la Zona Norte de la Unión de Jóvenes Democráticos del MAPU Obrero Campesino, y luego, hasta 1982, dirigente poblacional de la Zona Norte de la Región Metropolitana, desde donde contribuyó a la organicidad comunal y vecinal contra la Dictadura

En 1983 asumió como vocero de la Coordinadora Metropolitana de Pobladores del Partido Comunista, mientras que entre 1985 y 1987 padeció las más graves detenciones y torturas de su trayectoria.

Entre 1987 y 1990 asumió como uno de los organizadores de la Coordinadora Zonal Norte de Organizaciones Sociales y del Primer Cabildo de Santiago, liderando variadas movilizaciones contra la Dictadura y coordinando variados eventos públicos de tipo político-cultural, como fue el regreso a Chile del grupo Inti Illimani.

A finales de la Dictadura, se filtró al interior del Partido Comunista la orientación sexual de Jiménez, lo que le valió diversos y graves episodios discriminatorios y homofóbicos que terminaron con la renuncia del dirigente a la colectividad.

En 1991, y luego de comenzar a asumir lentamente desde 1986 su propia homosexualidad, Jiménez fundó junto a variados activistas el Movilh, movimiento que preside desde el 2005 y que tiene como uno de sus principales sellos la total independencia y autonomía política, partidaria, ideológica y religiosa.

En investigaciones previas de comisiones oficiales sobre tortura y prisión política, Jiménez había optado por no presentar sus antecedentes “porque sentía muy personalmente que la lucha emprendida no requería ningún reconocimiento del Estado. Sentía que bastaba mi propia convicción”.

Sin embargo, el 2010, al abrirse una nueva etapa de recopilación de antecedentes, la familia y amigos/as de Jiménez lo animaron a exponer su caso ante la Comisión, enfatizándole que sí merecía ser reconocido, logrando convencerlo después de mucho tiempo.

“Rolando terminó sólo los estudios de enseñanza media. No tiene cuenta corriente, tampoco automóvil, ni ningún bien. Tampoco cuenta con Isapre, ni previsión, porque toda su vida y la mayor parte de todo su tiempo la ha dedicado a luchar sin pausas por los derechos humanos y siempre lo ha hecho desde el voluntariado total”, señaló el activista gay y uno de sus amigos, Alberto Roa.

Añadió que “por eso y mucho más para mí y para todos quienes lo queremos, Rolando debía sí o sí ser reconocido por el Estado por todo lo que vivió en Dictadura. Estamos felices de que hubiese dado este paso y se decidiera a presentar sus datos. No había duda de que calificaría”.