La intercomuna de Concepción, y la Región del Bío-Bío, no cesan de perder y perder, retrocediendo en forma sostenida, como nunca antes ocurrió en una zona que siempre estuvo a la cabeza del desarrollo de Chile, inmediatamente después de la poderosa Área Metropolitana.

Hemos sabido que valores destacados, como el maestro Américo Giusti, deben partir a Talca, para seguir trabajando porque la zona no es capaz de ofrecerle la mínima oportunidad para seguir trabajando con los niños ¡¡ Qué vergüenza !!

Una persona que alcanzó reconocimiento, en el mundo, es despreciado por Concepción en un signo viviente de la total decadencia en que hemos caído.

Demuelen el llamado Puente Viejo, sobre el río Bío-Bío, que el terremoto terminó de destruir tras haber sido también abandonado, como Giusti. Pero nos dejan un recordatorio. Unos metros de puente y la reja, ahora inútil, como un símbolo de la mediocridad en que vamos cayendo, en gran parte, por propia culpa. No hemos sabido defender nada y nos hemos sometido a todo.

La principal ciudad puerto de la región, no fue capaz de ganar a Valdivia, la disputa por un submarino, dado de baja y que pudo ser una atracción turística y ganaron en el sur, pese a que base de la Fuerza está en Talcahuano. Ahora, en la Región de Los Ríos, es todo un referente y las entradas para visitarlo hay que obtenerlas con más de un mes de anticipación.

Somos hoy, las ciudades con más hoyos en calles y veredas, situación que ya sufríamos antes del terremoto y maremoto. Estuve en Temuco, hace poco, y un taxista, que vino a Concepción, me preguntaba cómo era posible que las calles alcanzado tal nivel de destrucción. Al recorrer la capital de la Región de La Araucanía se siente malsana envidia por el progreso que logran en tan poco tiempo, aunque paguen el costo de la mayor contaminación.

Vean ustedes lo que tenemos como principal Terminal de Buses Inteprovinciales en Concepción, rodoviario absolutamente insuficiente para responder a las necesidades, donde los pasajeros y quienes van a despedirlos o recibirlos, deben llegar por vías únicas de acceso que están siempre colapsadas.

Y mejor no recuerdo que perdimos la Estación de Ferrocarriles y que ni siquiera ahora tenemos una oficina para comprar pasajes para abordar el tren en Chillán. El Biotren no llega a Coronel ni a Tomé, mientras en Santiago siguen extendiendo las líneas del Metro con recursos de todos los chilenos y en la terminal aérea, el Aeródromo de Concepción, porque tenemos que asumir que aeropuerto nunca ha sido, los pasajeros quedan abandonados a su suerte, y durante horas, para embarcar de madrugada, tras esperar aislados y muertos de frío, pese a pagar las tasas de embarque más caras del mundo.

Entregan un puente mecano, de emergencia, sobre el Bío-Bío, trabajan día y noche hasta quedar terminado y bien cerrado durante varias semanas por un tema burocrático y, al final, tenemos un viaducto… sin accesos adecuados.

Es una burla sangrienta y dolorosa, que se suma a la reparación a medias del Puente Juan Pablo II, mientras en el resto del país las cosas se hacen bien. Sin comentar la guinda la la torta: las tulipas en el Paseo Peatonal en Concepción

Giusti, Puente Viejo, Juan Pablo II o el mecano, el submarino O’Bryan que se fue a Valdivia, los terminales aeroportuario y rodoviario, el servicio de Biotren incompleto, calles y veredas destruidas, cárceles hacinadas, suma y sigue, sin mencionar el atraso en echar a andar la reconstrucción y los edificios que, a año y medio del terremoto, aún no se demuelen y empezaron en Santiago, donde hubo un temblor fuerte no más.

Lo peor es que todo esto ocurre, en gran medida, por culpa de nuestra indolencia, de nuestra pasividad, porque somos insensibles y flojos…, hasta para reclamar.