El Viaje del Beagle | Wikipedia

El Viaje del Beagle | Wikipedia

La goleta francesa Tara, de regreso de la península antártica, prosigue su camino por los aislados canales de la Patagonia y sigue la estela de Charles Darwin, en su expedición trimestral “Tara-Oceans” consagrada al estudio de la biodiversidad oceánica.

El creador de la teoría de la evolución dejó su huella en 1832 cuando, a bordo del “Beagle”, descubrió esta red de 300 canales entrelazados y 1.200 islas semiglaciares que confinan la costa del Pacífico entre los paralelos 48 y 54 sur.

Tara llegó a esta tierra del fin del mundo siguiendo la misma ruta que eligió Fitz Roy, el comandante del “Beagle”: zarpó desde el poblado chileno Puerto Williams (2.400 habitantes), el más austral del mundo, y subió por el canal Beagle hasta llegar al extremo sur del Estrecho de Magallanes.

La misión se dedica a estudiar la biodiversidad y los ecosistemas planctónicos en ambos hemisferios, en la más pura tradición de los expedicionarios naturalistas de los siglos XVIII y XIX.

Para esta excepcional etapa, en una de las regiones más silvestres y deshabitadas del mundo, Tara lleva una tripulación de 15 marineros y científicos, entre ellos los responsables de la expedición “Tara-Oceans”: Etienne Bourgois, propietario del barco, y Eric Karsenti, biólogo y director científico del proyecto.

“Esta etapa es emblemática por dos razones: la ciencia y la aventura en estos mares”, dijo Etienne Bourgois. “Recorremos unos 2.000 km de sur a norte hasta Puerto Montt (sur de Chile), en una región hostil a la presencia humana y uno de cuyos trayectos -la cordillera Darwin, donde acaba la cordillera de Los Andes- jamás fue recorrido por el ser humano”.

A pesar de su nombre, la Tierra del Fuego -llamada así por las fogatas de los indígenas que vio Magallanes en 1530- es una región montañosa y de glaciares, cuyos valles son recorridos por canales y brazos de mar, como lo comprueba la tripulación de Tara luego de recorrer algunas millas náuticas al oeste de Puerto Williams.

Las condiciones climáticas cambian de un instante a otro debido a ráfagas de viento súbitas y violentas: la región parece albergar las cuatro estaciones en un solo día.

Tras una de las múltiples islas sobrevoladas por negros cormoranes o algunos albatros, aparecen los últimos contrafuertes del sur de la cordillera Darwin, bajo la forma de un gigantesco glaciar que se hunde en el canal Beagle, poblado de leones de mar. “Estas heladas soledades inspiran la muerte más que la vida”, escribió Darwin en su “Diario del viaje del Beagle”.

A bordo de “Tara”, los biólogos y oceanógrafos se concentran no obstante en la vida, invisible e infinitamente pequeña, de los microorganismos marinos planctónicos que están en el origen de la vida en la Tierra y que son su objeto de estudio desde hace un año y medio, cuando partieron del puerto francés de Lorient en septiembre de 2009.

“Los canales son, para los microorganismos marinos, un medioambiente muy heterogéneo con influencias de muchos glaciares (que son de agua dulce) y del Pacífico”, explica Eric Karsenti. “Haremos un interesante acopio de imágenes del fitoplancton y el zooplancton extraído de esta singular región”.