Numerosos enfrentamientos entre manifestantes y policías se produjeron en Pakistán, donde los comercios cerraron sus puertas en señal de protesta por una enmienda que busca eliminar la pena de muerte por blasfemia.

Grupos religiosos conservadores hicieron un llamado a la huelga nacional con la esperanza de bloquear la enmienda, en tanto que activistas de derechos humanos estiman que la actual ley contra la blasfemia, que contempla la pena de muerte, incita al extremismo.

La enmienda presentada por el ex ministro de Comunicaciones Sherry Rehman, del Partido Paquistaní del Pueblo (en el poder), despertó la ira de sectores religiosos conservadores, que movilizaron la semana pasada a miles de fieles en todas las grandes ciudades del país para protestar contra la medida.

La huelga anunciada para el viernes se mantuvo a pesar de que el viceministro de Comunicaciones, Samsam Bokhari, hubiese afirmado categóricamente el jueves que ni el gobierno ni el partido en el poder tenían intenciones de cambiar la legislación vigente.

“Comenzaremos una campaña de desobediencia civil si el gobierno hace cualquier enmienda a la ley”, advirtió el presidente del influyente consejo musulmán Sunni Ittehad, Sahebzada Fazal Karim.

Unas 5 mil personas marcharon en Karachi, donde los centros comerciales y universidades cerraron sus puertas.

La policía se vio obligada a dispersar con gases lacrimógenos a un grupo de manifestantes, después de que éstos intentasen marchar cerca del domicilio del presidente Asif Ali Zardari y lanzasen piedras contra los agentes.

Los distritos comerciales y las calles de Lahore, Peshawar, Islamabad y Rawalpindi también se encontraban desoladas, un escenario poco frecuente en las bulliciosas ciudades paquistaníes.

La controversial ley ha sido el centro de atención en las últimas semanas, después de que una mujer campesina, madre de cinco hijos, fuese condenada en noviembre a la pena de muerte por haber blasfemado al profeta Mahoma. La mujer cristiana, Asia Bibi, apeló la sentencia y espera una decisión del alto tribunal en Lahore.

Numerosos países y organismos internacionales, así como el papa Benedicto XVI y diferentes políticos y asociaciones paquistaníes, han presionado al presidente Zardari para que la indulte.

A pesar de la existencia de la ley, ninguna persona ha sido ejecutada en Pakistán por blasfemia. En la mayoría de casos las sentencias han sido conmutadas en la apelación.

Alrededor del 3% de los 167 millones de paquistaníes siguen religiones diferentes al Islam, y con frecuencia se quejan de discriminación.