La candidata oficialista brasileña Dilma Rousseff y el opositor José Serra protagonizaron este lunes el más áspero debate en la campaña para las elecciones presidenciales del domingo, en casi dos horas de constantes acusaciones mutuas de mentir al elector.

En un encuentro de TV en que los programas de gobierno fueron discutidos apenas muy superficialmente, Rousseff y Serra se acusaron de mentirosos, de desconocer la realidad del país, de proteger auxiliares acusados de corrupción y de apropiarse de proyectos ajenos, entre otras gentilezas.

Serra insistió en todo el debate en que Rousseff cambia de opinión según la conveniencia electoral y afirmó directamente que miente y manipula las cifras y realizaciones del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva.

Seguidamente, Rousseff acusó a Serra de insistir en atribuirse iniciativas elaboradas por otros y engañar a los electores sobre su programa de gobierno, en particular en lo que se refiere a privatizaciones en el sector petrolero.

“Dilma está envuelta en todo tipo de problemas y por eso inventa acusaciones”, insistió Serra.

La candidata oficialista respondió de inmediato que el opositor “trata de engañar a la gente cuando no sabe qué responder”.

“Sería bueno mantener un cierto nivel en el debate. La autosuficiencia y la soberbia nunca conducen a buenos resultados. No se gana un debate ni se gobierna con desdén”, dijo Rousseff en uno de los momentos más tensos de la discusión.

Un sondeo del instituto Vox Populi indicó este lunes que Roussefff tiene una ventaja de unos 14 puntos porcentuales sobre Serra en las intenciones de voto (considerando apenas los votos válidos, conteo que excluye los blancos y nulos).

Ese sondeo indicó que aumentó de 4% a 7% el número de electores indecisos, y ese nuevo dato puede explicar la agresiva postura de Rousseff y Serra durante el debate de este lunes.

Los aspirantes no se saludaron al llegar al estudio de la emisora Record para el debate.

Más de 135 millones de brasileños son convocados nuevamente a las urnas para elegir al sucesor del popular Lula da Silva el 31 de octubre.