El presidente de Irán, Mahmud Ahmadinejad, realiza este lunes una intensa y controvertida visita de pocas horas a Brasil en la que busca el apoyo de los brasileños a su programa nuclear, en medio de gran polémica en el país sudamericano.

Ahmadinejad sugirió en un artículo divulgado por la embajada de su país en Brasilia que tendría sentido el apoyo de Brasil, ya que el país sudamericano tiene un avanzado programa nuclear con fines pacíficos.

“Si en esa polémica injusta de los países occidentales contra el programa nuclear iraní de fines pacíficos, el pueblo brasileño se pone del lado del pueblo iraní, será por una experiencia semejante en la que el pueblo entendió que unos pocos poderes arrogantes (…) intentan impedir que las otras naciones tengan acceso a ciencias avanzadas”, dijo Ahmadinejad en ese texto.

Brasil defiende el derecho de los países a desarrollar un programa nuclear pacífico y en reciente entrevista con la AFP el presidente Luiz Inacio Lula da Silva defendió agotar la vía diplomática para convencer “políticamente” a Irán para que acepte una solución para los problemas que despierta su programa nuclear.

Brasil defiende amplias y diversificadas relaciones con todos los países y, al tiempo que busca un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, se ha ofrecido como interlocutor en Medio Oriente.

El presidente israelí, Shimon Peres, visitó Brasil hace diez días y pidió de Lula una “voz clara” contra las amenazas de Irán; el viernes pasado quien vino fue el líder palestino, Mahmud Abas.

La visita de Ahmadinejad ha generado gran polémica y protestas en Brasil.

“Una visita indeseable” tituló en editorial de prensa el lunes el principal candidato opositor a suceder a Lula en la Presidencia de Brasil en 2010, José Serra, quien deplora que su país, que luchó contra la dictadura y la defensa de los derechos humanos, “reciba al jefe de un régimen dictatorial represivo”.

Serra criticó que Brasil reconozca al régimen fruto de “elecciones notoriamente fraudulentas” y denuncia que el gobierno brasileño se pone contra sus vecinos, toda vez que el ministro de Defensa iraní, Ahmad Vahidi, es reclamado por la Justicia argentina por su presunta participación en el atentado antijudío de 1994 en Buenos Aires.

“¿Brasil: qué invitado es ese?”, protestaron el domingo en Rio de Janeiro agrupaciones judías, contra el racismo, de derechos humanos y homosexuales.

“Nosotros, los movimientos sociales, deploramos esa visita”, declara un comunicado divulgado por varias ONGs.

Pero ante la cancillería brasileña, punto de llegada del iraní, fueron plantadas este lunes dos pancartas de apoyo, una de las cuales da la “bienvenida” a Ahmadinejad, y aboga por Brasil e Irán “contra las guerras imperialistas patrocinadas por Estados Unidos e Israel”.

La agenda de Ahmadinejad en Brasilia incluye un encuentro con el presidente Lula, una visita al Congreso, una rueda de prensa y un discurso en una universidad de Brasilia con debate con los estudiantes, informó la embajada.

Esta será la primera visita de un presidente iraní a Brasil, y el tercer encuentro con Lula, quien visitará Teherán en el primer semestre de 2010.

Una delegación de 280 personas acompaña a Ahmadinejad en Brasil, entre estos más de 150 empresarios que participarán de un seminario económico.

El comercio bilateral ascendió este año de enero a octubre a 956 millones de dólares, de los cuales apenas 18 millones son importaciones brasileñas. La estatal petrolera brasileña Petrobras actúa en algunas áreas en Irán, aunque la prensa indicó la pasada semana que podría salir del país por falta de resultados.