Jueves 07 marzo de 2019 | 12:15

Opinión - María Luisa y Martín: presentadores, salvavidas, repartidores de gaviota

Mario Dávila | Agencia UNO

Mario Dávila | Agencia UNO

visitas

visitas

Es probable que María Luisa Godoy y Martín Cárcamo sean recordados por el muy chapurreado inglés con que hablaron a los Back Street Boys. Pero eso es sumamente injusto.

Sumando y restando, en su desempeño durante las seis jornadas del Festival 2019 se les sintió cómodos el uno con la otra, que al fin de cuentas es lo más importante: eso se transmite al público. Porque cuando tastabillean, sonríen tieso/as o no saben muy bien qué hacer, uno se pone nervioso junto con ellos ¿sí o no?

Y no es poco considerando que había que ensamblar dos profesionales de canales distintos: era un albur completo cómo es que se iban entender en ese difícil escenario, cosa que no es llegar y ensayar. Sin química, ni modo.

María Luisa y Martín se coordinaron perfectamente, nadie le quitó la palabra al otro y si bien Cárcamo tendía a gritar, ninguno necesitó clases de fonética, como sí ocurrió con otro/as en años anteriores. ¿Se fijan que hay personas que hablan “desafinado”? Ellos no.

Habrá quienes los habrá encontrado deslucidos, como si se hubiesen replegado a un rol secundario. ¿Será eso una mala cosa o un nuevo estilo?

Sí: en este festival los animadores fueron más bien conductores, presentadores, pasapalabras. Salvo el beso largo de la primera noche, no hicieron show aparte, se limitaron a repetir el set de frases que venimos oyendo hace un buen rato cada febrero y entrar y salir para anunciar y desanunciar.

Y su actividad más importante: la de repartidores de gaviotas. Asumamos: ya es un hecho que subirse al escenario de la Quinta viene con el pack de dos gaviotas. Es como el certificado de asistencia.

Ya que estamos, agradezcamos que sea un trámite rapidito y no esa parafernalia fingida y demorada de “¡qué dice el público! ¡no se oye! ¡más fuerte!”. No. Esto se despachó con el también clásico “¡Porque el público lo pide, hay gaviota para…!”. (Todavía me pregunto cómo es que Bonco Quiñongo se hizo de sus dos trofeos).

A propósito de la única artista que no las recibió, punto para Maria Luisa como salvavidas: se la vio cálida, honesta y espontánea en su rescate a Jani Dueñas. Si se demoraron en sacarla de las garras del monstruo hay que recordar que no se mandan solos. Eso solo lo hacía Antonio Vodanovic.

Aún desde este rol más apagado —más afable que rutilante— hay que decir que María Luisa aportó a esa fiesta (que puede ser cualquier cosa) una cualidad difícil de definir: elegancia. Esa que no tiene que ver con el vestido, ni el peinado, ni la percha. Así como la vimos —incluida aquella noche del súper escote— es nuestra Jackie Kennedy de la tele.

Para el 2020, en lugar de jugar a las combinaciones, TVN y Canal 13 deberían mantenerlos.

Y para tener en cuenta: no fue buena idea inaugurar con un discurso político serio y solemne (correcto o no) para luego dar paso a un homenaje —del todo justo y necesario— que no era precisamente un jolgorio. Nada muy festivo. Esta es LA fiesta, el sucedáneo de carnaval, que tenemos en Chile, o al menos la que convoca a la mayor cantidad de chileno/as. A no olvidar.

+ visto ahora /

+ noticias /