Con la muerte de la reina Isabel II el pasado 8 de septiembre, múltiples han sido los detalles que se han dado conocer respecto a su funeral, el cual culminará el próximo 19 de septiembre.
Hasta el momento, todos los protocolos y planes pactados se han llevado a cabo, cumpliendo con rigurosidad cada uno de las exigencias desde el descenso de la monarca en el Castillo de Balmoral, Escocia.
Dentro de los elementos que forman parte de su funeral destaca el ataúd de Isabel II, el cual está hecho de roble inglés y forrado con plomo. Además, fue fabricado hace más de 30 años, como el de su marido, el príncipe Felipe, fallecido en abril de 2021, explicó el pasado lunes el diario The Times.
La empresa funeraria londinense Leverton and Sons, encargada de las exequias reales, explicó al diario británico hace cuatro años que no sabían cuándo ni quién había fabricado ambos ataúdes, que les fueron entregados en 1991, cuando empezaron a trabajar como proveedores oficiales de la casa real británica.
“Es de roble inglés, que es muy difícil de encontrar” y muy caro, comentó entonces su directivo Andrew Leverton.
¿Por qué el ataúd está forrado de plomo?
Durante siglos, los reyes, reinas, príncipes y princesas han sido colocados en ataúdes de plomo para conservar mejor sus cuerpos, según reporta IFL Science. El revestimiento de plomo –que lo hace extremadamente pesado para sus ocho portadores– hace que el ataúd sea hermético.
Esto es especialmente importante, ya que el ataúd se colocará en una cripta y no se enterrará. Del mismo modo, antes de esto, el público no podrá ver el rostro de la reina, cuyo féretro yacerá cerrado y cubierto con el estandarte y las insignias reales.
Según el medio científico, los ataúdes revestidos de plomo ralentizan la descomposición del cuerpo al mantener la humedad fuera del ataúd. El plomo no se descompone y, por lo tanto, permanece hermético, lo que impide la descomposición, pero también que se liberen olores.
Otros detalles del ataúd de la reina Isabel II
Las asas de latón están diseñadas específicamente para los ataúdes reales, al igual que la tapa, que debe soportar las insignias de la monarquía. “No es algo que se pueda hacer en un día”, aseguró Leverton a The Times.
Tras ser expuesto en Edimburgo, el féretro fue transportado a Londres el martes por la noche. Este miércoles, será colocado en un catafalco cubierto de púrpura en el Palacio de Westminster y custodiado por guardias.
El estandarte real, el emblema de la monarquía que tradicionalmente ondeaba sobre Buckingham, Sandrigham o Windsor cuando la reina estaba allí, cubrirá su ataúd.
Sobre el féretro se colocarán también dos insignias reales, el cetro y el orbe, un globo terráqueo rematado por una cruz que simboliza el mundo cristiano.