El náufrago salvadoreño José Salvador Alvarenga, quien asegura haber sobrevivido 13 meses a la deriva en el océano Pacífico, recibió el alta y abandonó este martes el hospital para rehacer su vida en un lugar no precisado.

“Estoy bien, muchas gracias”, dijo brevemente a los periodistas Alvarenga tomado de sus brazos por la ministra de Salud, María Isabel Rodríguez, y una enfermera, en la entrada de la sección de emergencia del hospital público San Rafael, en la periferia oeste de San Salvador, constataron periodistas de la AFP.

Al ser consultado sobre si regresaría a la comunidad costera ubicada 118 km al oeste de San Salvador, donde nació y viven sus padres, el náufrago, de 37 años, afirmó: “No quiero regresar a Garita Palmera”.

Vestido con una camisa azul con rayas blancas y un pantalón corto café, José Salvador posó para los periodistas abrazado por su padre, Ricardo Orellana, y su madre, María Julia Alvarenga.

En las afueras del hospital, varios vendedores callejeros pudieron ver por un instante al náufrago que lucía sonriente y algunos le pidieron que hablara, pero José Salvador se limitó a levantar sus manos para saludarlos.

Tras las breves declaraciones, Alvarenga salió del foco de las cámaras y poco después equipos de prensa apostados en el lugar, incluido uno de la AFP, observaron varias camionetas que salieron en distintas direcciones del hospital, para despistar a los periodistas. Al parecer al menos uno de esos vehículos es de una reconocida cadena de televisión estadounidense.

“Al señor Alvarenga ya se le dio el alta, salió hace unos minutos”, confirmó el médico Yeerle Ramírez, director del hospital San Rafael, ubicado en la ciudad de Santa Tecla, a 12 km de la capital.

Tratamiento médico privilegiado

El náufrago fue sometido a una serie de exámenes físicos y sicológicos durante la semana que estuvo internado en el hospital, desde que regresó a El Salvador la noche del pasado 11 de febrero repatriado desde las Islas Marshall, donde fue rescatado el 30 de enero.

“Hemos decidido darle el alta física, pero nosotros le vamos a dar el seguimiento al estado de su salud”, declaró a la prensa el psiquiatra Ángel Fredi Sermeño, miembro del equipo multidisciplinario que lo atendió.

El náufrago padece de talosofobia o miedo al mar, por lo que el psiquiatra le recomendó mantenerse alejado del mar y en contacto con la familia.

“Lo importante es que él empiece a tener contacto con su familia, que empiece a tener contacto con las cosas, con las personas que no tuvo contacto mientras estuvo náufrago”, aseguró Sermeño.

La ministra informó previamente a la prensa que se le dieron a Alvarenga “todas las indicaciones para el tratamiento de su lesión en la columna”. “Ya se demostró que no va a requerir tratamiento quirúrgico, sino que va a ser tratado con fisioterapia”, subrayó la funcionaria.

Una historia que conmovió al mundo

Alvarenga ha acaparado atención mundial desde que apareció en el atolón Ebon, al sur de las islas Marshall, semidesnudo y con el pelo y la barba crecidos, en una lancha de pesca de 7 metros de eslora y de fibra de vidrio, cuyos motores se averiaron y se quedaron sin hélices.

Alvarenga “consiguió arrastrar su embarcación a nado” hacia la orilla de una isla del atolón la noche del 29 de enero, explicó a la AFP la alcaldesa de Ebon, Ione de Brum. El náufrago, cansado, se durmió en la arena, donde el canto de los gallos le despertó al alba.

Las primeras personas que encontró Alvarenga en el atolón se lograron comunicar con él gracias a algunas palabras de español aprendidas por los isleños con la serie de dibujos animados “Dora la Exploradora”.

Esa lancha que tenía la inscripción “Camaroneros de la Costa” y la matrícula mexicana 0701343713-3, se convirtió en la primera prueba de la travesía de Alvarenga, que luego fue confirmada por una universidad de Estados Unidos que estudia el comportamiento de las corrientes marinas.

Según su relato, en diciembre de 2012 salió de la costa mexicana del Pacífico, donde vivía como indocumentado, a pescar tiburones junto a un mexicano de 24 años, pero la embarcación se averió y quedaron a la deriva.

El hombre contó que sobrevivió comiendo aves y pescado crudos, y bebiendo sangre de tortuga y su propia orina; pero que su compañero de pesca murió a los cuatro meses, incapaz de soportar esa dieta.