Carlo Zanella, presidente del Club Alpino de Alto Adagio, quiere prohibir la entrada a los influencers turísticos a los Dolomitas. Una foto en la cordillera del norte de Italia es la última tendencia en las redes sociales de ese país.
Muchos de ellos recorren tierras privadas para conseguir la fotografía perfecta. Sin embargo, agricultores de la zona han instalado torniquetes donde los turistas deben pagar 5 euros (casi 6 dólares) para acceder a varios de estos lugares “instagrameables”, tales como las cadenas montañosas Seceda y Drei Zinnen (Tres Picos).
En los últimos días, en redes sociales se han dado a conocer filas de hasta 4.000 personas al día. Lo que en lugar de disuadir a la gente, tales imágenes han actuado como un verdadero imán.
“La gente va donde todos van. Somos como ovejas”, dijo Zanella a CNN.
De acuerdo a la ley italiana, el acceso a parques naturales es libre, pero los propietarios de los terrenos privados que instalaron los torniquetes dicen que aún no han recibido ninguna oposición oficial por parte de las autoridades.
“Pasa mucha gente por aquí todos los días, todos revisan nuestras propiedades y dejan basura”, dijo Georg Rabanser, propietario de un terreno en un prado de Seceda.
Por su parte, Zanella cree que el gobierno debería financiar el mantenimiento del sistema de acceso, donde los visitantes tengan que pagar 10 euros (unos 12 dólares) los fines de semana de mayor afluencia.
“Aumentaría el precio de 5 a 100 euros. Y cerraría las cuentas de los influencers de viajes”, expresó.
“He visto a gente subir a Seceda con sombrillas y chanclas y quedarse atascada porque el teleférico cerró y no habían consultado los horarios de los remontes (…) Así no deberían ser las montañas”, agregó en una declaración conjunta con CNN.
Los habitantes de las montañas no son los únicos italianos que han tomado medidas drásticas contra los visitantes con mal comportamiento. Por ejemplo, en algunas ciudades italianas, usar solo un traje de baño o ir con el torso desnudo puede acarrear una multa de 500 euros.
En Livorno, en tanto, está prohibido andar descalzo. Mientras que la popular playa de La Pelosa, solo permiten 1.500 bañistas a la vez para evitar las aglomeraciones.