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Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.

Deborah Mason, una mujer de 65 años conocida como "Queen Bee", lideraba una pandilla de tráfico de cocaína en el Reino Unido. Operando con familiares, transportó una tonelada de droga y ganó alrededor de US millones. Su grupo fue descubierto cuando agentes la vieron cargando cajas en un auto. Mason reclutó a su familia para la red criminal, resultando en condenas de 13 a 15 años para todos. Mantenía una alianza con un proveedor llamado "Bugsy" para coordinar entregas, y vivía lujosamente con gastos extravagantes.

Si bien tendemos a pensar que las bandas criminales son lideradas por mafiosos de rostro serio y pómulos marcados, en la realidad muchas de estas asociaciones ilícitas tienen a un jefe que nadie sospecharía de él o en este caso de ella.

Hace una semana, el Tribunal de la Corona de Woolwich en Reino Unido, sentenció a 106 años de cárcel a los miembros de la pandilla liderada por Deborah Mason, una mujer de 65 años, que traficaba cocaína.

Mason, a quien llamaban “Queen Bee”, mantenía un perfil reservado, pues ayudado por sus familiares trasladó casi una tonelada de droga durante siete meses.

El tamaño de la operación le reportó cerca de 80 millones de libras esterlinas (unos US$110 millones).

No obstante, una operación encubierta, en abril de 2023, fue su fin, cuando los agentes observaron con sorpresa que una mujer mayor cargaba cajas en un automóvil arrendado en un complejo comercial cerca del puerto de Harwich, en Essex, Inglaterra.

Ayudado por un grupo de mensajeros, la mujer monitoreaba las entregas en los puertos de Harwich, Folkstone y Dover.

“Reclutaste a miembros de tu propia familia”

Como la cabeza de la operación, Mason hizo 20 viajes por los puntos de entrega, traficando con 356 kilos de cocaína, pero también solía entregar y cobrar “su sueldo” en efectivo.

Aunque lo insólito de la situación, era que diez miembros de su pandilla pertenecen a su propia familia. Varios de ellos ejercían roles claves en la organización. Así lo confirmaron las autoridades judiciales: Ella [Mason] reclutó a sus dos familiares (su hermana y sus hijos), así como a las parejas y amigos de sus hijos, para formar una red de al menos 10 personas”, cuestionó la fiscal Charlotte Hole.“Todos eran conscientes de la magnitud de la operación”, complementó.

En tanto, Robert Hutchinson, fiscal especializado de la Fiscalía de la Corona, declaró: Esta “no era una familia común y corriente”, como dijo en el juicio. “En lugar de cuidar y proteger a sus familiares, Deborah Mason los reclutó para establecer una empresa criminal extraordinariamente rentable que, en última instancia, los llevaría a todos a la cárcel”.

Igualmente, a cada uno de los implicados les dieron condena entre los 13 a 15 años.

El juez Philip Shorrock le dijo a Mason que mantenía un rol de “mando” durante el juicio. En la instancia, la autoridad la acusó de ser “la capataz” de la obra.

“Reclutaste a miembros de tu propia familia; como madre, deberías haber dado ejemplo a tus hijos y no haberlos corrompido”, recogió The Independent.

Por su parte, según se trascendió en el juicio, Deborah Mason, mantenía una alianza con un proveedor misterioso de nombre “Bugsy”. Con él coordinaban las entregas mediante la aplicación Signal y varias veces viajaron juntos, a varios lugares paradisíacos como Dubái y Baréin en octubre de 2023, según recogió BBC Mundo.

La caída de la abuela gánster

Entre los cuantiosos gastos de “Queen Bee”, se encuentran ropa de lujo y otros artículos como una toalla DKNY, de la marca de la diseñadora Donna Karan.

También Mason viajó con su hermana a Cornualles, Malta, Praga y Polonia, y además llevó a sus hijas a Dubái, desde donde dirigió las operaciones por FaceTime.

Por otro lado, en su poder, la policía halló un collar y una correa de Gucci de US$520 para Ghost, el gato de raza bengalí de Mason, más una placa en oro de nueve quilates con el nombre del animal de compañía. Además, Mason buscaba ir a Turquía para hacerse una cirugía estética. Mason “expresó su deseo de ir a Turquía para someterse a procedimientos cosméticos”, ya que se quedaba con “una parte del salario de otros”, replicó la fiscal Hole.

Según The Guardian, los agentes de la Policía Metropolitana se basó en información de inteligencia, incluyendo el análisis del registro de llamadas y vigilancia convencional, para rastrear los movimientos de Deborah Mason y “sus mensajeros”. El detective Jack Kraushaar, quien dirigió la investigación, dijo: “Esta fue una operación sofisticada que resultó extremadamente rentable para los involucrados”.

“El grupo se vio arrastrado a la criminalidad”, afirmó el detective. “Estuvieron atraídos de manera egoísta por los beneficios financieros del tráfico de drogas para financiar estilos de vida lujosos”, agregó.

De hecho, cabe mencionar que la mayoría de la banda fue arrestada en mayo de 2024. Donde todos suman una condena de 106 años.