Catalina de Los Ríos y Lisperguer ha sido reconocida por la historia como la mujer más temida de Chile debido a la macabra historia que le persigue.

La terrateniente vivió entre 1604 y 1665 como una aristócrata con el poder que nunca había tenido una mujer de la época, cometiendo las atrocidades más extremas de la época, convirtiéndose en un ícono del abuso y la opresión colonial.

La Quintrala, como fue apodada, comenzó como un mito, sin embargo, su historia de crueldad es real y parte de nuestro país.

Un origen privilegiado

Catalina de los Ríos y Lisperguer tiene un linaje que proviene de la familia que llegó con Pedro de Valdivia a nuestro país, se trata de Bartolomé Flores, un carpintero alemán que acompañó al conquistador.

Bartolomé se casó con la cacica Elvira de Talagante, una princesa inca, con la que dio a luz a Agueda Flores, una mestiza que heredaría una de las fortunas más acaudaladas de Chile, la que aprovechó para ejercer el poder durante los 100 años que vivió, comenta Memoria Chilena.

Agueda, se casó con Pedro Lisperguer, con quien tuvo 8 hijos, entre los que destacan dos mujeres, María y Catalina (madre de la Quintrala), quienes se caracterizaban por su crueldad y se convertirían en el ejemplo a seguir que tuvo la futura Catalina de Los Ríos.

A ambas hermanas se les acusó de mantener un pacto con el diablo e intentar envenenar al gobernador Alonso de Ribera. Asimismo, a Catalina Lisperguer se le acusó de matar a latigazos a una hijastra. Tal era el poder e influencia de la familia que sus delitos fueron ocultos por los agustinos, los dominicos y los mercedarios.

El comienzo del mito

Catalina Lisperguer se casó con Gonzalo de Los Ríos, un rico heredero de las tierras de La Ligua y Lontoma, dando a luz a dos niñas, Agueda y Catalina de Los Ríos y Lisperguer, La Quintrala, quien heredaría toda la fortuna de sus padres, convirtiéndose en una acaudalada terrateniente.

Sin embargo, Catalina no estaría sola, se casaría con Alonso Campofrío y Carvajal, un hombre que sin fortuna alguna llegó a ser elegido alcalde de Santiago, gracias al poder de los Lisperguer, la familia de La Quintrala.

Catalina era una exuberante mujer: alta, de ojos verdes y cabello pelirrojo, muy lejos de la imagen conservadora de las recatadas mujeres de la época. Su belleza combinada con su fascinación por la tierra y la crueldad que podía ejercer sobre el resto, le valieron el apodo de La Quintrala, pero también por el quintral, la yerba amarga como la muerte, comenta José Joaquín Barañao en La Historia Freak de Chile.

Los horrores de La Quintrala

Amarga como la muerte era La Quintrala, a quien se le acusa haber cometido más de 40 asesinatos, consigna el Archivo Nacional, sin embargo, la historia la historia de crueldad que carga esta mujer va mucho más allá.

Catalina de Los Ríos ha sido representada como una mujer empoderada, sin embargo, era más que eso, era una persona macabra, que solía azotar y quemar vivos a sus sirvientes, muchos de los cuales fallecieron víctimas de sus torturas. De su madre y tía, además de su linaje, habría conocido el ocultismo, el que se habría potenciado con una esclava negra que era dada a la santería y prácticas que venían desde África.

La historia comenta que una tía la acusó de darle pollo envenenado a su padre en su lecho de enfermo, cuando tenía sólo 18 años. También que invitó a sus aposentos a un caballero de la Orden de Malta, para asesinarlo y luego culpar a uno de sus esclavos, quien falleció tras ser condenado a la horca por el crimen que no cometió, consigna La Historia Freak.

Sin embargo, no sólo eso se contaba de esta mujer, también se comentaba que a los hombres les cortaba la lengua y a las mujeres, los pechos. Habría cercenado la oreja de uno de sus amantes y apuñaló a un sacerdote.

Acorde Jorge Baradit, la Quintrala se habría desatado luego de la muerte de su único hijo, Gonzalo, quien falleció a los 8 años, dejando a Catalina sola y sin descendencia, por lo que volcó toda su energía en una larga cadena de amoríos y el cruel trato a sus trabajadores.

Sin embargo, cuando envejeció vinieron los temores y su testamento lo refleja. El Archivo Nacional, que rescata la última disposición de La Quintrala, encargó cláusulas materiales, ordenando el destino de sus bienes, pero también cláusulas espirituales, con el ánimo de pasar a la otra vida sin culpas.

La mayor parte de su fortuna la dejó en beneficio de su alma con esperanza de ser rescatada del purgatorio, instruyendo que se oficiará más de mil misas luego de su muerte, pero también quinientas en favor de quienes ella había matado.

Del mito a la historia

Antes de que Benjamín Vicuña Mackenna publicara Los Lisperguer y la Quintrala, esta mujer era un mito, el “monstruo” con el que se asustaba a los niños para que se portaran bien. Sin embargo, el historiador se encargó de ponerla en la memoria de Chile, lugar del que nunca saldría.

Según “Dos voces para La Quintrala” de Cristina Knuckey, el historiador recostruyó la historia de la familia Lisperguer para incluir a Catalina de los Ríos, valiéndose de documentos y autoridades de la época, que dan fe de su existencia.

De esta forma, Vicuña Mackenna, “creó” a este monstruo cuya belleza fatal y posición privilegiada permitieron la crueldad desmedida.