Captura de pantalla | National Geographic | Damir Galaz-Mandakovic F
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Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.
En la Región de Tarapacá, Chile, se revela la historia de migrantes filipinos, hindúes y chinos llegados como jornaleros en el siglo XIX para trabajar en la extracción de guano, un preciado fertilizante exportado a Europa. Los chinos, conocidos como "coolies", sufrieron condiciones extremas y explotación en las guaneras, enfrentando problemas de salud y altas tasas de mortalidad.
Los vestigios y restos óseos están a la vista, e incluso, muchas de las sepulturas, hoy saqueadas, desvelan lo que fue una población de migrantes filipinos, hindúes y chinos que llegó al Norte Grande de Chile, como jornaleros a mediados del siglo XIX. Por aquel entonces, la zona estaba bajo la soberanía peruana y boliviana, y el negocio que movía las costas norteñas era la extracción del guano- excremento de aves marinas acumulado en el tiempo- de las covaderas.
Antes de la fiebre del salitre y la Guerra del Pacífico, el guano “blanco” generó una alta demanda en países europeos, quienes utilizaron el material para fertilizar sus campos agrícolas. Así, cerca de 100 mil migrantes- en su mayoría chinos- arribaron a las costas: eran contratados para trabajar en las guaneras.
Los chinos, categorizados como “coolies”, se enfrentaron a condiciones laborales extremas durante 1840 y 1885. Muchos de ellos, llegaron escapando de las guerras civiles que atravesaba China, y con la promesa de una mejor calidad de vida, encontraron una “pesadilla infernal”.
Extracción de guano en la isla Ballestas situada en la costa peruana. | National Geographic
Los coolies, que significa “el que trabaja duro”, se dedicaban de sol a sol a la extracción del codiciado material, soportando las altas temperaturas sin elementos de protección personal ni espacios para comer.
Los chinos “coolies”, los esclavos de la extracción del guano
El tráfico de coolies a Sudamérica fue escalando después de la década de 1820, muchos de ellos eran comprados para la extracción del guano o para el trabajo agrícola en los fundos.
En entrevista con BioBioChile el académico e investigador de Historia y Geografía, Damir Galaz-Mandakovic Fernández, detalló las condiciones inhumanas que vivieron en las embarcaciones “chineras” o “los infiernos flotantes”: “Es un viaje sumamente largo y los barcos eran insalubres. Gran parte de los chinos morían y sus cuerpos eran lanzados al mar; los que sobrevivían llegaban con problemas sanitarios, particularmente el cólera asiático”.
Galaz-Mandakovic, autor del libro “Movimientos, tensiones y luces. Historias tocopillanas”, explica que al llegar al Perú eran traficados o rematados, les cambiaban el nombre- indicado por su dueño- y finalmente, trasladados a las guaneras. Bajo la modalidad de contrato “falso” por ocho años, firmado en chino y español, los coolies se expusieron a compuestos químicos, como el amoniaco, que emanaba del guano, desencadenando problemas respiratorios.
Cadáver reducido | Foto de Néstor Dubo | Tocopilla y su Historia, el blog de Damir Galaz-Mandakovic F.
Así fueron muriendo, algunos desnutridos, y otros por enfermedades pulmonares generadas por la erosión del guano. Por otro lado, para extraer el material, los chinos trabajaban en las alturas-como la guanera de Paquica-, colgados, donde muchos de ellos caían al mar. El estrés laboral provocó que se suicidaran. Según el investigador, existe una mitología que dice que “al suicidarse se despertaban nuevamente en China”.
La investigadora del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia (CNRS), Isabelle Lausent-Herrera, indica en uno de sus artículos, que los dueños de las guaneras obligaron a los asiáticos a quemar los cadáveres de sus compañeros suicidados con el propósito de impedir más muertes y sembrar el medio.
Aliados de la Guerra del Pacífico y el cementerio de coolies al aire libre
Con la llegada de la Guerra del Pacífico (1879-1883), y el declive del negocio de las guaneras, un grupo importante de chinos se sumaron a la causa chilena. Para Damir Galaz-Mandakovic, fue una liberación, pero siguieron en su condición esclavos: “Se encargaron de recoger a los heridos, fueron los que instalaron los explosivos, en pocas palabras, hacían el trabajo sucio”.
Y así, con el término del conflicto, y con la anexión de territorios peruanos-bolivianos a Chile, los coolies se asentaron en Tocopilla y trabajaron en la construcción del ferrocarril salitrero, una obra que se inauguró en 1892. Otros, en cambio, se unieron a la pampa salitrera.
A más de 180 años de la llegada de asiáticos al Norte Grande de Chile, la fiebre del guano quedó atrapada en el tiempo. El youtuber Claux.7, en uno de sus videos, recorrió las costas de Tocopilla y evidenció que aún existen restos óseos, un cementerio al aire libre.
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