La erupción del volcán Vesubio en el año 79 después de Cristo, en la actual región italiana de Nápoles, es una de las tragedias más famosas de la historia de la humanidad. Materia de cientos de estudios e incluso llevada al cine, la monstruosa descarga de lava, ceniza, gas y lodo arrasó con las ciudades de Pompeya, Herculano y Estabia, que para la época sumaban entre 16.000 y 20.000 habitantes.

Nunca se logró saber con certeza cuántas personas murieron en la catástrofe, pero los arqueólogos han encontrado más de 1.500 cuerpos de víctimas que fueron preservadas durante siglos por los mismos materiales que les quitaron la vida.

Ahora, uno de esos cuerpos -identificado escuetamente como Esqueleto Nº26– sería clave para entender el drama ocurrido en la costa de la ciudad de Herculano, donde 300 personas fallecieron cuando estaban a punto de ser rescatadas.

Según relata la publicación estadounidense Ars Technica, fue un equipo dirigido por el arqueólogo Francesco Sirano quien se percató de que este cadáver en especial, calcificado durante casi 2.000 años, habría correspondido a un alto oficial de la armada romana, quien habría sido enviado por el almirante Plinio el Viejo en una misión de rescate.

El hombre, quien tenía entre 40 y 45 años al momento de fallecer, llevaba puesta una armadura y contaba entre sus pertenencias con una espada finamente decorada sobre una empuñadura de marfil, así como una daga de similar manofactura. El esqueleto llevaba aún un cinturón adornado con circunferencias de oro y plata y, quizá aún más revelador, entre sus huesos se hallaron monedas: 12 denarios de plata y 2 de oro, los cuales representaban 3 ó 4 meses de paga de un soldado regular en las legiones romanas.

Armas de oficial naval que intentó rescatar a víctimas del volcán Vesubio
Luciano Pedicini | ANSA

Pero el dato más enigmático es que en su mochila de cuero se hallaron diversas herramientas de carpintería. Esta curiosa mezcla de armas, riqueza y utensilios, lo revelaría como un faber navalis, un maestro carpintero, una especie de ingeniero naval que lo habría puesto a la cabeza de la oficialidad tanto en términos militares como de especialidad.

Cuando se considera que su cuerpo fue hallado próximo a una nave atracada en la bahía de Nápoles, la escena de la tragedia comienza a tomar forma.

Murió tratando de salvar vidas

Cuando el almirante y naturalista romando Plinio el Viejo se enteró de la erupción, él mismo junto a otros oficiales navales salieron hacia las costas de Nápoles para tratar de rescatar a multitud de sobrevivientes, que desesperados llegaban a la orilla de la playa tratando de huir de la lava y los gases tóxicos.

El hombre a quien pertenecía el Esqueleto Nº26 no sería uno de ellos. “No hay registros de que existieran campamentos de soldados en los alrededores del Vesubio”, indica Sirano a la agencia ANSA. Sólo se sabe que algunos miembros de la guardia pretoriana de élite estaban en la zona, pero eran escasos y asignados a misiones muy específicas, sin mencionar que la posesión de las herramientas navales lo acercan más a un oficial de la Armada que a un militar de tierra.

“Lo más probable entonces, es que se tratara de un oficial de la flota que tomó parte de la misión de rescate lanzada por Plinio el Viejo para tratar de ayudar a la gente en las ciudades y villas cercanas a la bahía de Nápoles”, asegura Sirano.

La destrucción de Pompeya por Karl Briulov
La destrucción de Pompeya por Karl Briulov

Por desgracia sus esfuerzos fueron en vano. En el momento en que el oficial naval habría intentado dirigir a la multitud, el Vesubio lanzó una ola de flujo piroclástico, uno de los fenómenos más letales que puede tener una erupción volcánica. Los desesperados habitantes fueron alcanzados por una densa nube mezcla de gases, cenizas y material sólido, que los golpeó a cerca de 100 kilómetros por hora. Significó la muerte instantánea para todos.

El oficial naval quedó tendido con el rostro hacia abajo y con el brazo extendido, como un último intento de evitar su caída. Luego todos quedaron cubiertos por la ceniza y piedras del volcán.

No fue el único. El propio Plinio el Viejo encontró la muerte cuando intentaba rescatar a la esposa de un amigo en las afueras de la ciudad de Estabia. Según el relato que se entregó a su sobrino, el legendario almirante habría fallecido de un ataque cardíaco o asfixiado por la inhalación prolongada del gas y polvo volcánico.

Su cuerpo nunca pudo ser recuperado, pero su vida y obras de divulgación cientítica como su “Historia Natural” se conocen hasta hoy, al igual que el esfuerzo de sus hombres que intentaron rescatar a las víctimas de la furia del dios Vulcano.