Los niños que viven a tiempo completo sólo con uno de sus padres, pueden estar más propensos a sentirse estresados que aquellos en situaciones de custodia compartida. Lo anterior, independiente del nivel de conflicto entre los padres o entre padres e hijos.

Así lo demostró un nuevo estudio de la Unidad de Demografía de la Universidad de Estocolmo y la explicación puede ser que los niños, que pasan la mayor parte del tiempo lejos de uno de sus progenitores, podrían también perder recursos como familiares, amigos y dinero, consigna el sitio de noticias científicas EurekAlert.

Asimismo, la investigación demostró que los hijos pueden estar preocupados porque los padres rara vez se encuentran, afirmó Jani Turunen, especialista en demografía de la Universidad de Estocolmo y el Centro de investigación sobre la salud mental infantil y adolescente en la Universidad de Karlstad.

La custodia física compartida no debe confundirse con la custodia legal compartida. Mientras la primera de ellas indica que el niño vive realmente por igual o casi igual tiempo con ambos padres, alternando entre hogares separados, la segunda sólo otorga a los padres el derecho legal a las decisiones sobre la crianza del niño, las elecciones escolares, la religión, etc.

Sobre el estudio

Los datos para este estudio se obtuvieron de las encuestas de las condiciones de vida en Suecia, ULF, 2001-2003 y un total de 807 niños con diferentes formas de vida respondió a las preguntas sobre la frecuencia con la que experimentan el estrés y lo bien o mal que se llevan bien con sus padres. Mientras que los adultos respondieron a lo bien que se llevan bien con su ex pareja.

Anteriormente había preocupación de que la custodia física compartida pudiera ser una situación inestable, que puediera llevar a que los niños se sintieran más estresados. Pero esa afirmación fue construida sobre supuestos teóricos, en lugar de la investigación empírica, dice Jani Turunen.

Lo que probablemente hace que los niños en custodia física compartida se estresen menos es que pueden tener una relación activa con sus padres, algo importante para el bienestar de los niños. La relación entre el niño y sus padres se hace más fuerte, encuentran que la relación es mejor y los padres pueden, a su vez, pueden ejercer una paternidad más activa.

En otras palabras, vivir con ambos padres no significa inestabilidad para los niños. Es sólo una adaptación a otra situación de vivienda, donde la reubicación regular y un buen contacto con ambos padres es igual a la estabilidad, dice Jani Turunen.