Pocas personas en el mundo han tenido la valentía y el coraje que Desmond Doss demostró durante la Segunda Guerra Mundial. Pese a no tener experiencia en combates o un físico atlético que lo acompañase, este humilde joven hijo de un carpintero de Virginia (EEUU), se enlistó en el ejército para defender a su país.

Muchos podrían pensar que esta historia es como la de miles de otros jóvenes que perdieron la vida luchando contra el enemigo, sin embargo, no es así. Doss era un objetor de conciencia, lo que quiere decir que no acataba órdenes que fueran contra su religión o creencias como, por ejemplo, tocar un arma y mucho menos dispararla. Pese a ello, salvó la vida de 75 soldados en el campo de batalla.

Su valorosa actuación fue recompensada por los miembros de la Casa Blanca con una medalla de honor pero, como si eso fuera poco, su historia trajo de vuelta a Mel Gibson e hizo que Andrew Garfiel recibiera su primera nominación al Oscar como Mejor Actor por la cinta Hasta el último hombre

Hasta el último hombre
Hasta el último hombre

Comencemos por el principio. Desmond Doss creció en la ciudad de Virginia viendo cómo su padre, un veterano de la Primera Guerra Mundial, se emborrachaba a diario y los golpeaba sin piedad. Vivir entre tanta violencia, hizo que desde pequeño se aferrara a la religión, la cual dirigiría su vida.

Cuando tenía poco más de 18 años, Desmond conoció a Dorothy, una enfermera que convertiría en el amor de su vida y su fiel compañera. Gracias a ella aprendió nociones básicas de medicina, lo cual lo acercaba un poco a su gran sueño convertirse en médico.

Cuando la Segunda Guerra Mundial azotó al planeta, gran parte de los jóvenes de su comunidad se enlistaron para luchar, pero no fue hasta que los japoneses atacaron Pearl Harbor que Desmond decidió unirse al Ejército, pero negándose rotundamente a tocar un arma o matar una persona debido a sus creencias como Adventista.

MIRROR
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Esa decisión no fue bien vista por sus superiores e incluso por sus compañeros, quienes hicieron lo imposible para que el joven de entonces 26 años desertara y volviera a casa. Doss fue golpeado, maltratado, tildado de cobarde y sobrexigido hasta el límite, pero nunca aceptó darse de baja.

Tras dos años de sufrimiento, que incluyó varios encarcelamientos -uno de los cuales evitó que asistiera a su propio matrimonio-, Desmond fue llevado ante la corte marcial donde se decidió que se respetaría su objeción de conciencia y sería entrenado como médico para servir en el Pacífico junto a la 77° División de Infantería de Fort Jackson en Virginia.

“Mi padre tenía una determinación imparable. Era como un perro tras el cartero, nunca hubiera dejado pasar algo”, señaló al diario inglés Mirror Desmond Doss Jr, hijo del heroico soldado.

En 1945, su división fue enviada a la isla de Okinawa (Japón) para apoyar una campaña que duró 82 días y que terminó con la vida de 20 mil soldados norteamericanos. La Operación Iceberg, como fue llamada, fue el mayor asalto anfibio realizado durante la Segunda Guerra en el Pacífico y su objetivo no era otro que apoderarse de la  isla ubicada a sólo 550 km de distancia del Japón.

Mirror
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Al llegar al lugar, la división de Desmond se encontró subiendo a un alto acantilado que para muchos era la puerta al infierno pues estaba fortificado con mortales trampas y armamentos japoneses que acabaron con la vida de algunos de sus compañeros en cosa de minutos.

Durante todo el asalto, Doss trabajó sin parar ayudando a los heridos y llevándolos a un lugar seguro. Cuando sus superiores ordenaron a la 77° división retirarse del lugar, Desmond no hizo caso y se quedó en la cima trabajando en nuevos heridos que iba encontrando.

En medio de la oscuridad, vio una cuerda que usó para poder ir bajando a cada una de las víctimas a través del acantilado donde eran recibidos por otros soldados que se encontraban de guardia en el lugar.

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Tras rescatar a cada uno de los hombres, Doss rezaba a Dios y le pedía que le diera fuerza para encontrar a uno más. Estuvo así durante horas y consiguió salvar a 75 soldados (Doss decía que habían sido 50 y sus compañeros que 100, pero la realidad era un intermedio entre ambas cifras), sin mencionar un pequeño grupo de japoneses a los que también ayudó. Todo lo hizo sin disparar una sola bala.

Tras aquella aterradora noche, Desmond se convirtió en una pequeña fuente de esperanza para los hombres que debían volver a subir a luchar, por lo que sus superiores le pidieron ir con ellos.

Doss fue herido tres veces durante la guerra, pero no quería dejar el Ejército hasta que fue diagnosticado con tubercolusis y dado de baja en 1946. La enfermedad lo tuvo durante años en tratamiento y le costó un pulmón, pero jamás se arrepintió de nada de lo que vivió.

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“Mi padre era un hombre increíblemente pacífico y apacible”, recuerda su hijo quien desde pequeño escuchó las historias del tercer objetor de conciencia en EE.UU. en recibir una Medalla de Honor por actos heroicos.

En octubre de 1945, Doss conoció al entonces presidente Harry Truman en la Casa Blanca, quien le dijo que no podría estar más orgulloso de él. “Considero esto -condecorarlo- un honor mucho más grande que ser presidente”, señaló el mandatario.

Desmond Doss murió en 2006 a los 87 años y en su casa en Piamonte, Alabama. Fue enterrado en el Cementerio Nacional de Tennessee.

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La adaptación

La película sobre la vida de Doss se ha convertido en un verdadero éxito entre los críticos y una de las favoritas en la temporada de premios de este años, de hecho tiene seis nominaciones a los premios Oscars.

“Estoy tan feliz que Mel (Gibson) pusiera toda esa energía y esfuerzo para regresar -a Hollywood- y hacer esta película sobre mi padre y estoy muy contento con su nominación al mejor director, porque ciertamente lo merece”, sentenció Desmond Jr.

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Pero no sólo GIbson se llevó halagos. “La actuación de Andrew fue tan buena que cuando ví su interpretación en la pantalla sentí como si estuviera mirando a mi padre  otra vez“, dijo.

“En el estreno me acerqué a Andrew, le estreché la mano y me preguntó: ‘¿Cómo crees que lo hice?’ Y le dije: ‘¡Genial!’. Pasamos varios emotivos minutos allí. Hasta que Andrew dijo: “Bueno, si usted piensa así, entonces eso es suficiente para mí”, recordó.

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