El Gobierno hizo un cambio de gabinete para enfrentar el que es su segundo tiempo con muchos desafíos, entre los que está la crisis económica.

Ya pasó el Plebiscito, en que la ciudadanía se manifestó por una de las dos opciones, y si bien no se cierra el capítulo constitucional, el resultado permite respirar más aliviados por un tiempo, mientras las fuerzas políticas acuerdan un nuevo proceso constituyente.

En el intertanto, en materia económica, el mercado había asumido la victoria de la opción Rechazo, y la bolsa previa al Plebiscito había acumulado un alza del 5%. Además, el dólar por fin bajó de los 900 pesos.

Sin embargo, el martes el Banco Central -en una votación dividida y en una decisión que sorprendió al mercado- decidió aumentar en un punto la tasa de interés, por lo que ésta llegó a un 10,75%, en una demostración de que la lucha será contra la inflación a costa del crecimiento.

La alta tasa de interés busca reducir el dinero circulante en el mercado. El problema es que el dinero de los retiros y el IFE se les ha ido acabando a las personas, por lo que la pregunta que tendríamos que hacernos es: ¿A qué se debe que la inflación siga alta? Y la respuesta es: Al alza de costos de los productos.

Debido a la situación internacional, los costos de traslado y los insumos en la producción se han mantenido altos. Por lo demás, el precio del dólar en Chile y la situación internacional no ayudan a que los costos disminuyan. Por ende, estamos pasando a una etapa donde el diagnóstico y el remedio eran 100% acertados, a otra etapa donde el remedio puede ser peor que la enfermedad.

Un gran porcentaje de los chilenos recurre a la tarjeta de crédito y a los avances en efectivo para pagar sus cuentas básicas y comprar alimentos. Y lo que está haciendo el Banco Central es encarecer aún más el crédito para un sector con igual sueldo y con precios cada vez más altos, lo que finalmente terminará repercutiendo aún más en el aumento de la pobreza.

El Banco Central, que es quien lleva la política monetaria del país, ya ha hecho su parte y debería evitar un nuevo aumento de la tasa de interés. Lo que corresponde ahora es que el Gobierno, como encargado de la política fiscal, haga su parte en el combate contra la inflación y en pro de su crecimiento.

Ya no se puede llorar sobre la leche derramada y es tiempo de que el Gobierno recupere el tiempo invertido en campaña y se ponga a trabajar en entregar certeza a los inversionistas, disminuir el gasto fiscal y a promover medidas pro crecimiento e inversión, aprobar el TPP11 y efectuar cambios a la reforma tributaria, la que al ser solamente recaudatoria nos condenaría a un peor escenario económico.

Se requiere que el equipo económico del Gobierno se potencie con figuras que crean en estas medidas y salgan del Gobierno aquellos, como el ministro Grau, que niegan el efecto de la inflación en las pymes o como el subsecretario Ahumada, al que no le interesan los tratados de libre comercio.

Lamentablemente, el cambio de gabinete en esta materia nos trajo pésimas noticias, ya que se incluyó en Energía a Diego Pardow, quien dijo en un debate económico que deberíamos copiar la política recaudatoria de Turquía y Grecia. Países con alta inflación y deuda pública.

Aunque no le guste o interese el tema económico al presidente Boric, es hora de que muestre capacidad de resiliencia y se sobreponga a la derrota, porque de continuar su desinterés y apoyo a colaboradores que han demostrado ser terreplanistas de la economía, cada vez más personas son las que sufren por no poder llegar a fin de mes.

Nuestra sección de OPINIÓN es un espacio abierto, por lo que el contenido vertido en esta columna es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial de BioBioChile