El pasado miércoles, un bus oruga del estándar de Transantiago hizo su último recorrido y se puso fin a una era. Después de casi dos décadas, no hay más vehículos de ese tipo circulando por Santiago.

Su último recorrido fue el miércoles pasado, pero su historia se quedará en los recuerdos de los santiaguinos por muchos y muchos años. El bus oruga modelo Volvo B9 SALF de la línea 271, de Subus Chile hizo el último viaje de un colectivo del estándar Transantiago.

Gran parte de los icónicos buses largos ya había sido retirados de las calles. Fueron casi mil que estuvieron en funcionamiento. Una de sus ventajas era la capacidad para transportar a una gran cantidad de pasajeros.

En entrevista a LUN, el ingeniero Alejandro Torres comentó que al principio, verlos fue bastante disruptivo porque eran verdaderos trenes por la superficie. “Tiene varias características, algunas muy buenas, como que en una sola unidad vehicular se transporta a mucha gente”, añadió el académico de la Universidad Central.

Los malos recuerdos también se quedarán. Los buses que partieron en dos, los vandalizados con grafitis o, incluso, aquellos que se convertían en “piscinas” en días de lluvia en la capital.

Para Torres “hubo problemas de operación”, pues la manera óptima en que estos buses deberían haber circulado era por una vía exclusiva y en línea recta, pero eso no sucedió. Muchas veces los vehículos transitaban por calles estrechas y con poquísimo ángulo para girar.

Con el último recorrido entre Mapocho y San Bernardo, se jubilan estos buses del ex Transantiago, siendo reemplazados actualmente por vehículos que cuentan con puertos USB, cámaras de TV con circuito cerrado, asientos plegables, aire acondicionado y que emiten menos contaminantes y menos ruidos.