Más de 200 cisnes de cuello negro han muerto durante los últimos meses en el río Cruces, por el ataque de lobos marinos.

La disminución de estas aves, que son una especie protegida, ha bajado en un 80% en la zona de los ataques.

La propuesta de especialistas para tratar la muerte de los cisnes, tendría un costo de 130 millones de pesos.

En el Instituto Forestal de la seremi de Agricultura de Los Ríos, se reunió la mesa multidisciplinaria convocada por el Gobierno en la zona, para buscar medidas que eviten más muertes de estos cisnes en el Santuario de La Naturaleza Carlos Andwanter.

El intendente, César Asenjo, fijó como fecha límite el 12 de octubre para atrapar los lobos marinos, situación que no ha ocurrido.

Layla Osman, doctora en ciencias e integrante de la ONG Conectar para Conservar, dijo a Radio Bio Bío que la propuesta que apunta a un trabajo de un año, tendría un costo de 130 millones de pesos.

Esto incluye un monitoreo permanente de los lobos marinos, conocer la real afectación al humedal y en la contingencia la creación de unas balsas tipo jaulas para poder atraparlos, además de poder capacitar al un equipo local de los servicios públicos involucrados con expertos internacionales.

Por su parte, Eduardo Jaramillo, científico de la Universidad Austral de Chile, encargado del Programa de Monitoreo del Humedal Río Cruces, indicó que ellos han contado 220 cisnes muertos a la fecha, aunque podrían ser más.

Agregó que en la zona de los ataques, específicamente en la desembocadura del Río Cau Cau, en sector Punucapa, la población de las aves a disminuido en 80%, debido a que éstos se habrían desplazado por el ataque de los mamíferos, de los que señaló incluso se habría detectado que uno nuevo se habría sumado a los ataques.

En tanto el médico veterianario valdiviano, Daniel Boroscheck, crítico el actuar del Gobierno en el tema, afirmando que ha existido una lentitud en cambiar la estrategia para atacar el problema, ya que señaló, se viene suscitando hace bastante tiempo.

Cabe recordar que la medida que había determinado el Ejecutivo tras el trabajo con la mesa multidisciplinaria, era la captura y traslado de los lobos a unos 500 kilómetros de distancia del lugar donde ocurren los ataques, lo que también fue cuestionado por Layla Osman, quien propone llevarlos a un zoológico, ya que dijo, debido a sus capacidades podrían volver a la misma zona.