Con estrictas medidas sanitarias se realizó en Collipulli, el funeral del trabajador agrícola que murió tras recibir impactos de bala en medio de un ataque incendiario el fin de semana.

El intendente de La Araucanía, Víctor Manoli asistió a la ceremonia fúnebre y descartó que el Gobierno haya negado un helicóptero para el operativo médico de la víctima.

Bajo escenas de profundo dolor y con estrictas medidas sanitarias los vecinos, amigos y familiares, despidieron a Pedro Cabrera Benavides, el trabajador agrícola que fue asesinado tras el último ataque incendiario ocurrido en Collipulli.

Tras ser velado dos días, el cuerpo del hombre fue trasladado hasta la Iglesia Metodista Pentecostal, donde sus más cercanos participaron del funeral, instancia donde su viuda Jenny Flores, sólo pidió justicia.

Que no quede impune este homicidio, esto es un homicidio“, señaló la mujer.

La víctima recibió un impacto de bala en su cabeza en medio de una emboscada que protagonizaron desconocidos, quienes además quemaron uno de los furgones donde se desplazaban otros trabajadores.

El presidente de la Asociación de Contratistas Forestales, René Muñoz, aseguró que las declaraciones con condenas a este tipo de hechos ya no sirven, por lo que ahora se necesitan acciones.

Desde la Agrupación de Agricultores de Malleco, su vocera Gloria Naveillán, acusó directamente al Gobierno de haber negado un helicóptero para el rápido traslado del trabajador el día del ataque, lo que fue descartado tajantemente por el intendente Víctor Manoli.

La autoridad regional aseguró la no utilización de la aeronave se debió a una decisión netamente del estado de salud en que se encontraba la víctima.

La ceremonia fúnebre fue muy reducida por los protocolos sanitarios y en ella participaron sus cercanos, además del intendente Víctor Manoli en representación del ministro del Interior, Víctor Pérez.

Posteriormente el cortejo fúnebre recorrió algunas calles de Collipulli junto a una caravana de vehículos con globos blancos y tocando la bocina, culminando en el cementerio general.

Daniño Ormeño | RBB