Durante su gira por el Caribe y Estados Unidos, el presidente Sebastián Piñera subió más de 70 “historias” a Instagram, comenzando con su aterrizaje en Jamaica, pasando por actividades oficiales e interacciones con representantes de los países de la Organización de Estados del Caribe Oriental (OECS) y terminando con su reunión con Mark Zuckerberg.

Práctica que no es infrecuente por el mandatario y su equipo de comunicaciones, que cuenta con una periodista dedicada especialmente a subir material a estas plataformas, y que incorporó recientemente al experto en redes sociales Facundo de Corsi, excoordinador digital del partido de Mauricio Macri (Cambiemos), quien anteriormente trabajó en la campaña de Piñera.

Pero dichas publicaciones no se limitan a plasmar la agenda oficial del Presidente, también incluyen anécdotas, conversaciones triviales, una cosecha de naranjas en La Moneda, una broma en que dispara con un rociador a su jefa de gabinete y hasta situaciones familiares como fotos suyas y de su esposa regaloneando a su recién nacida nieta, Amanda.

Sin embargo, según fuentes de El Mercurio, estos esfuerzos por acercar al mandatario a la población “millenial” despierta temores en su círculo de que estas interacciones “excesivas” lo “farandulicen” o acaben por “hostigar” a su público objetivo.

Asimismo, algunos temerían que el presidente chileno sufra la misma suerte que el presidente de España, Pedro Sánchez, quien recibió una lluvia de críticas en redes sociales por haber subido una imagen usando gafas al interior de un avión.

Una situación que ya vivió anteriormente Sebastián Piñera cuando era candidato presidencial por Chile Vamos durante una visita al desierto florido.

Además, a diferencia de los presidentes Mauricio Macri, Emmanuel Macron y Justin Trudeau -todos muy activos en redes sociales-, Piñera usa Instagram para mostrar su lado lúdico.

Consultado su equipo cercano por el medio, defendieron que todo está bien planificado y que el mandatario tiene “clarísimo” el tono que debe usar en las plataformas, destinando su Instagram a lo lúdico, pero trabajando de forma más seria con un número controlado de interacciones por Twitter -a diferencia de, por ejemplo, el presidente estadounidense Donald Trump-.