Arabia Saudita y Emiratos Árabes, dos aliados estratégicos en Medio Oriente, podrían abrir un nuevo foco de tensiones. Esto luego que el primero bombardeara un cargamento de armas en el sur de Yemen, el cual provenía su socio.
Desde Arabia ya acusaron a EAU de amenazar su seguridad nacional, en medio de la ofensiva secesionista yemení en el sur. Desde el gobierno en Abu Dabi ya confirmaron su salida del país yemení.
Además, el Consejo de Liderazgo Presidencial en Yemen decretó en esta jornada un estado de emergencia de 90 días en las zonas bajo su control, un bloqueo aéreo, terrestre y marítimo de 72 horas, y rompió el acuerdo de defensa con EAU.
Esta alianza, liderada formalmente por Arabia Saudí y, paradójicamente, por Emiratos Árabes Unidos, se formó en 2015 para apoyar al Gobierno yemení reconocido internacionalmente y por la ONU contra los rebeldes chiíes hutíes -respaldados por Irán-, que tomaron el control de Saná y amplias zonas del país en 2014.
Esta coalición, donde Arabia Saudí es el único en la práctica con activos militares, busca restaurar la legitimidad del Gobierno exiliado en Adén y contrarrestar la influencia iraní sobre los hutíes, aunque ha enfrentado críticas por el impacto humanitario de sus acciones y que ahora ha revelado sus divisiones internas.
Además de Riad y Abu Dabi, esta alianza también cuenta nominalmente con Jordania, Marruecos y Egipto como miembros, así como Kuwait y Baréin. También ha contado con respaldo internacional como Estados Unidos, Francia y Alemania, entre otros, para capacitar y compartir inteligencia.
EAU apoya militar y económicamente a los secesionistas del sur, agrupados en el Consejo de Transición Sureño (CTS), formado en 2017 por Aidarus al Zubaidi tras su destitución como gobernador de Adén, y que se oponen a los hutíes.
Pese a que Al Zubaidi sea el vicepresidente del Consejo de Liderazgo Presidencial desde 2022, lidera al grupo separatista que lanzó la ofensiva este diciembre contra las unidades militares ligadas al Gobierno reconocido.
El CTS busca reavivar un Yemen del Sur independiente, como el que existió entre 1967 y 1990, y ha recibido envíos de armas desde puertos emiratíes como Fujairah, lo que ha provocado acusaciones de “escalada peligrosa” por parte de Riad y el Gobierno yemení, incluyendo el control reciente de provincias orientales como Hadramut (rica en petróleo) y Al Mahra, fronterizas con Omán y Arabia Saudí.
El Gobierno yemení es un órgano colegiado cuyo líder es Al Alimi, que asumió el poder tras la renuncia de Abdo Rabu Mansur Hadi en 2022 bajo presiones saudíes. Su lucha primordial es contra los hutíes para recuperar el control territorial y restaurar la unidad del país, pero ahora enfrenta divisiones internas instigadas por EAU.
Este Gobierno, con sede en Adén, -los hutíes tomaron Saná hace 11 años- ha impuesto medidas como el estado de emergencia y la ruptura de acuerdos con Abu Dabi por considerar que el apoyo emiratí al CTS socava su autoridad, fomenta conflictos tribales y podría beneficiar a los rebeldes hutíes, amenazando la cohesión institucional y la seguridad en zonas clave como las provincias orientales, ricas en petróleo.
Su poder militar es muy limitado, y en la práctica se restringe a las fuerzas de la coalición liderada por los saudíes.
Este movimiento insurgente chií respaldado por Irán inició un golpe en 2014 capturando Saná y amplias regiones del norte y oeste del Yemen. Representan el principal adversario de la coalición y el Gobierno reconocido, controlando la capital y zonas estratégicas que incluyen accesos al mar Rojo.
Aunque no están directamente involucrados en la actual crisis secesionista, las autoridades yemeníes y saudíes advierten de que las tensiones internas podrían reavivar luchas que les benefician indirectamente, permitiendo a los hutíes consolidar posiciones y explotar la fragmentación, en un conflicto que ha durado más de una década y ha causado un colapso humanitario en el país.